Rusia enfrenta la emigración masiva de su comunidad judía. Al menos uno de cada ocho de los judíos que residían en el país euroasiático lo han abandonado desde que comenzó la guerra con Ucrania.
Otros miles se han trasladado a otros países.
Sin duda, el espectro de la persecución histórica que este colectivo ha sufrido parece haber provocado esta repentina migración masiva.
Por la borda
En Moscú, desde el colapso del sistema comunista un grupo de líderes y personalidades hicieron un gran esfuerzo por desarrollar a la comunidad judía. Entre ellos destacan Pinchas Goldschmidt, rabino jefe de la ciudad desde 1993.
“Empezamos de cero con sinagogas, escuelas, guarderías, servicios sociales, profesores, rabinos y miembros de la comunidad”, rememoró.
Sin embargo, a las dos semanas del inicio de la invasión a Ucrania, el rabino Goldschmidt y su familia abandonaron Rusia, primero a Hungría y luego a Israel.
Ya fuera del país renunció a su cargo y condenó la agresión del Kremlin.
“Sentí que tenía que hacer algo para mostrar mi total desvinculación y desacuerdo con esta invasión de Ucrania, pero me habría puesto en peligro si lo hubiera hecho quedándome en Moscú”, explicó.
Algunos judíos rusos le criticaron por marcharse y hablar, preocupados de que significara un mayor escrutinio de la comunidad, pero el rabino Goldschmidt dijo que la mayoría le apoyaba.
“Recibí algunos mensajes que decían: ‘¿Cómo puedes dejarnos solos?’, pero yo diría que la gran mayoría me apoyó muchísimo. No fue un conflicto menor decidir si nos íbamos, para mí y mi mujer la comunidad era nuestra vida”, afirmó.
Goldschmidt aseveró que de quedarse no habría podido pronunciarse en contra de la invasión, porque de hacerlo pondría en peligro a la comunidad.
Atendiendo a la historia
Desde que el líder espiritual de los judíos moscovitas se marchó, un gran número de personas ha seguido su ejemplo.
Muchos han aprovechado la oportunidad de trasladarse a Israel, donde la Ley del Retorno da derecho a la ciudadanía a cualquier persona que pueda demostrar que tiene al menos un abuelo judío.
“He estado pensando bastante en por qué hay tanta prisa por ir, porque no estamos viendo una gran oleada de antisemitismo”, dijo Anna Shternshis, profesora de estudios yiddish en la Universidad de Toronto y especialista en historia judía en Rusia.
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