Culiacán, Sin.- El Día del Niño y de la Niña no solo es una fecha para consentir a los más pequeños, sino también para viajar al pasado y recordar esas travesuras que alguna vez pusieron de cabeza a toda la familia.
¿Quién no fingió estar dormido para espiar conversaciones de adultos? ¿O intentó “cocinar” con lodo y hojas en el patio? Muchas anécdotas incluyen paredes convertidas en lienzos de arte, televisores “arreglados” con cinta adhesiva o mascotas disfrazadas con ropa de muñecas.
Historias como la de aquella niña que tomó la camioneta de sus papás y luego le dieron un vaso de agua para el susto o del que se robaba los dulces de la abuela son solo ejemplos del ingenio infantil que hoy nos hace sonreír.
”Mi papá tenía una Cheyenne roja, entonces yo había acompañado a mi mamá a un mandado, ella dejó la camioneta prendida, porque solamente se bajó rápido, era muy rápido lo que iba a hacer entonces yo en mi ocurrencia de niña dije, qué tan difícil puede ser saber manejar, no creo que sea difícil, entonces ,moví la palanca y el carro se fue andando poco A poquito, en eso se dio cuenta mi mamá, corrió, se subió al carro y bajó la palanca, porque casi SE estrellaba con un árbol, entonces me dieron un poquito de agua”.
”Mira, cuando estaba pequeño, yo vivía en un rancho en la casa donde tenían matitas de guayabas, ciruela, mango, me gustaba mucho meterme a robarlas y robar los mangos de los vecinos, que no se dieran cuenta y cuando se daban cuenta, me daban una correteada que hasta el perro me echaban”.
”Robarle los dulces y las galletas a mi abuela es lo que más me acuerdo, que se descuidara la abuela y le robó un puñito de galletas, eso es todo lo que yo hacía”.
”Una de mis creencias de niñez, que recuerdo perfectamente bien, era que pues mi abuela se dedicaba a la venta de productos lácteos y yo soy de un rancho, entonces a la edad de cinco años, pues me impulsó para que yo dedicara las ventas, y pues de ahí en ello fui creciendo más y más la cuestión de querer tener mis propias cosas”.
En este Día del Niño y de la Niña las y los funcionarios públicos tampoco se salvaron de recordar sus travesuras.
”Recuerdo mucho a la maestra Leticia, en una ocasión me castigó porque no llevé la tarea, se me olvidó y me castigo y me dejó sin recreo, entonces lo que hice fue conectar una manguera de una llave que estaba en la parte de atrás del salón donde estaban los aires acondicionados, y atrás había una llave entonces lo que hice fue conectar esa esa manguera a la llave y lo puse y lo pasé por la ventana, entonces abrí la llave y se mojaron, pues todos los cuadernos y todas las mochilas de mis compañeros, obviamente recibí un castigo más fuerte”.
”En mi hogar no había como bañarnos con shampoo, no se usaba nada para el cabello para peinarlo, se usaba mucho un tipo como de crema para peinar si de gente bien y era muy famosa en esos años y para un día sentir que era ponerse eso. Había un muchacho siempre iba bien bañadito, bien vestido, entonces lo que hacíamos cuando él se descuidaba le tallabamos la cabeza con las dos manos y ya nosotros nos la poníamos en la cabeza, y pues ya llegamos a tener algo que era imposible tener eso para peinarnos”.
”Yo creo que la mayor travesura fue haberle tirado a mi hermana la mochila a un charco de agua, porque quería que me ayudara a limpiar y no me estaba haciendo caso, y entonces agarré su mochila y la tiré y todavía lo recuerdo como algo que no debía hacer”.
Por eso, este 30 de abril, más que regaños, celebremos esas aventuras que nos enseñaron que ser niño o niña es sinónimo de curiosidad, valentía y sobre todo, imaginación sin límites.
Hoy, las infancias siguen sorprendiendo con su forma única de ver el mundo y mientras haya risas, travesuras y sueños, la magia seguirá viva.