El barco francés «Thalassa» descarga en el puerto de Brest (noroeste) una carga especialmente delicada: peceras bajo presión que contienen corales de agua fría.
El objeto de la misión científica es observar la reacción de esos corales al cambio climático y al aumento de la temperatura en los mares.
Las dos semanas de pesca submarina en el Golfo de Vizcaya han tenido éxito, y el miércoles al alba, el «Thalassa» amarra en el puerto de Brest con ejemplares de esos animales vivos recogidos en un cañón a 800 metros de profundidad.
Se trata de ejemplares de «madrepora oculata«, recogidos y colocados inmediatamente en cajas que mantienen el mismo nivel de presión, conocidas como Abyss Box.
El lugar de estudio será el Oceanopolis de Brest, un acuario para el público y al mismo tiempo un centro de estudio del fondo marino.
Los expertos de la misión ChEReef 2022 (Characterization and Ecology of cold-water coral Reefs) quieren analizar «el impacto del cambio climático en el crecimiento de esos corales«, explica Dominique Barthélémy, conservador de ese centro científico.
«Los corales de agua fría ejercen una función importante para todo el sistema profundo. Hay numerosas especies que se alimentan de ellos, y retienen carbono», explica Lenaick Menot, especialista de la ecología de la zona béntica (fondo oceánico) del Instituto de Investigación para la Explotación del mar (Ifremer) y corresponsable de la campaña de pesca.
Esos corales están amenazados por la pesca y «probablemente por el cambio climático», indica.
Grandes precauciones
Los expertos bajan la quince cajas del navío con grandes precauciones.
«El océano retiene el CO2 atmosférico, que acidifica el agua de mar e impide a los corales secretar su esqueleto calcáreo», que tiene tendencia a disolverse.
Preservar las condiciones originales del hábitat de esos delicados animales es primordial para el éxito de la misión.
Para ello, los expertos a bordo del «Thalassa» contaron con la ayuda de un submarino, el Victor, de cinco toneladas y capaz de descender hasta 6.000 metros de profundidad.
«Lo más complicado fue luchar contra la corriente y evitar que el lastre y los cables frotaran la cima» del cañón submarino, recuerda Luc Talliez, uno de los pilotos y responsable técnico del Victor.
El submarino es pilotado desde la superficie mediante un cable. Sus brazos mecánicos, controlados con la ayuda de cámaras, recogieron con precaución los corales para depositarlos en esas peceras bajo presión, que reproducen las particulares condiciones de vida de esos animales, a 100 bar (100 kgs por centímetro cuadrado) y 10 ºC de temperatura.
Es la primera vez que lleva a cabo una experiencia con esas condiciones, resaltan los científicos.
Esos corales serán a continuación esquejados y colocados en nuevas peceras bajo presión, de la dimensión de un pequeño extintor.
«Vamos a someterlos a dos tipos de escenarios: un aumento de la temperatura de 2ºC y una acidificación del agua de 0,2 unidades, como predicen los modelos (de cambio climático) de aquí a 2100«, explica Menot.
Las peceras serán sometidas a corrientes como si fuera el fondo del mar. Si los corales empiezan a bajar para buscar agua más fría, eso demostrará que el cambio climático podría afectar su supervivencia, asegura este experto.
«Una de esas peceras será expuesta al público», indica Dominique Barthélémy. «Forma parte de las campañas de sensibilización del público».