Para fundar la Banda Ka’ux, el primer grupo musical de mujeres de Santa María Tlahuitoltepec, en Oaxaca (México), Concepción Hernández tuvo que recorrer un largo camino: enfrentó inicialmente el rechazo familiar y las estructuras patriarcales de su comunidad. “Fue una lucha, me decían que las mujeres no podían hacer música”, relató la directora del ensamble creado en 2006, una idea surgida cuando apenas tenía 14 años.
Hoy este grupo independiente cuenta con 26 integrantes, quienes interpretan música tradicional mexicana o regional oaxaqueña y ante todo Ääts kukoj, sones cantados en lengua ayuujk que reflejan el vínculo del pueblo mixe con los bosques de la sierra donde habitan.
La noche del sábado 6 de septiembre de 2025, Ka’ux fue una de las cinco agrupaciones de niñas y mujeres de entre 7 y 70 años de las culturas nahua, seri, mixe, totonaca y chontal que participaron en el concierto “Por donde pasa la luna”, un suceso histórico en el Palacio de Bellas Artes de México.
El título fue un acuerdo entre todas sus líderes porque el astro, que en muchas culturas prehispánicas se asocia a lo femenino, se ve en todos los territorios.
El programa incluyó proyecciones que mostraron la identidad y las tradiciones de estos pueblos en un recorrido sonoro que unió marimbas, violines, jaranas, sonajas, metales y otros instrumentos con cantos en lenguas ayuujk, cmiique iitom, náhuatl y totonaco.

Ataviadas con vestidos típicos de gala, maquillajes ancestrales y joyería artesanal, 53 niñas, jóvenes y mujeres hicieron suya la velada ante un público que festejó cada interpretación con palmas y vivas.
Este concierto “fue un acto de resistencia, dignidad y reivindicación histórica”, afirmó su directora creativa, la activista y rapera seri Zara Monrroy, quien considera que “en un país fundado sobre la riqueza de sus pueblos originarios, pero marcado por siglos de marginación y silenciamiento, el arte y la música se han convertido en un acto político”.
Hasta ahora, en 91 años de existencia, el recinto cultural más importante de México no había realizado una celebración de este tipo, enmarcada en la iniciativa gubernamental “2025, el año de la mujer indígena”.
Música para reducir la brecha de género
En México viven cerca de 20,3 millones de mujeres indígenas, aunque no todas hablan alguna lengua originaria. La desigualdad de género se agudiza para ellas, siendo las más afectadas por la discriminación y la violencia, indicó un censo del Instituto Nacional de Geografía y Estadística de 2024.
“En nuestra comunidad era mal visto que las mujeres se involucraran en la música, incluso debían bailar de manera muy recatada”, explicó María Flavia Camarena Mandujano, coordinadora del ensamble tradicional comunitario de son huasteco “Cántaros de Sol”, de Zozocolco de Hidalgo, en Veracruz.
Desde su fundación en 2014, más de 400 niñas, niños y jóvenes de 10 a 17 años de la localidad han aprendido a interpretar versos, décimas, sones y huapangos en lenguas totonaca y español, como parte del programa Semilleros Musicales del Sistema Nacional de Fomento Musical (SNFM).
Doce de ellas pisaron el escenario del palacio, pues “gracias al trabajo de la agrupación hoy la mitad de la población en estudio son niñas. Con nuestra labor, con lo que nos gusta hacer estamos reduciendo esas brechas sociales”, dijo Camarena.
“No solo se trata de acortar la brecha, sino de darle continuidad con nuestro trabajo, como estamos haciendo todas las que participamos”, aseguró Diana Karina Flores de la Cruz, quien creó en 2018 el Trío Eyixochitl en Huautla, Hidalgo.
El grupo, el único que incluyó a dos hombres en el espectáculo, busca promover la música tradicional de la región huasteca con danzas y sones, además de zapateados, cumbias y canciones en lengua náhuatl.

Música y cantos para la naturaleza
Enaltecer la diversidad cultural y lingüística era un propósito. El otro era reconocer la lucha de la mujer indígena por conquistar espacios y libertades en el arte y la música, de acuerdo con la Coordinación Nacional de Música y Ópera, organizadora del evento.
La conexión de estos pueblos con la naturaleza, la tierra y la vida también se hizo visible a lo largo del concierto, en el cual actuaron seis niñas y jóvenes del Ensamble Tradicional Comunitario de Marimbas “Manglares de Centla”, representando a la etnia chontal de Villahermosa, Tabasco.
Apoyado por el SNFM e integrado en su mayoría por mujeres, el grupo nació en 2012 para difundir el sonido de este instrumento de percusiones. Su repertorio evoca la memoria del río Usumacinta o el movimiento musical de la cuenca tropical.
“Llevo 13 años practicando la marimba, llevamos siete concursos consecutivos ganados en nuestro estado. Me siento orgullosa de mi tierra, donde están el río, la laguna, la selva, de nuestra gastronomía y tradiciones”, expresó la joven Miriam Guadalupe Garabita, una de sus integrantes.
En otro hecho sin precedentes, los cantos ancestrales de la nación seri llegaron al llamado “Palacio de Mármol”. Fueron interpretados por ocho abuelas, jóvenes y pequeñas cantoras de Punta Chueca, Sonora, reunidas para la ocasión bajo el nombre de Colectivo de Mujeres Comcáac “Cmaam Icaheme”.
“Este pueblo se caracteriza por sus cantos transmitidos por miles de años. Eran una forma antigua de comunicación entre la comunidad. Las mujeres elevan sus cantos como forma de preservación lingüística y espiritual, siendo uno de los pueblos más amenazados culturalmente en el país”, relató Zara Monrroy, autora de la iniciativa, quien formó parte del colectivo.
“Es una oportunidad porque antes, en Oaxaca, una vez que las mujeres se casaban, debían dejar el arte y la música para dedicarse a sus familias, sobre todo por el machismo. Estamos demostrando que las mujeres podemos hacer más cosas”, aseguró Concepción Hernández, también flautista principal en la Orquesta Sinfónica del Instituto Politécnico Nacional.
Información: DW