Se cumplen 57 años de la masacre del 2 de octubre de 1968. El número de muertos es indeterminado, aunque la Comisión Nacional de Derechos Humanos habla de más de 300 víctimas.
Félix Hernández Gamundi, integrante del Comité del 68 Pro Libertades Democráticas, señaló que los responsables nunca recibieron castigo.
“Según el gobierno y según el Poder Judicial de entonces, aquí hubo un solo muerto, un soldado, y por la supuesta muerte de ese soldado, cuyo cuerpo nunca fue presentado y nunca se presentó a avalar un familiar, fuimos sentenciados decenas de nosotros por homicidio, daños a la Nación, rebelión, motín, asonada, ataques a las vías generales de comunicación, ataque a las fuerzas armadas, etc. Yo fui sentenciado a 27 años de cárcel”,dijo.
Hernández Gamundi fue representante del Instituto Politécnico Nacional (IPN) en el Consejo Nacional de Huelga (CNH) de 1968.
Inicio de la masacre
Myrthokleia González, estudiante del IPN al igual que Gamundi, fue la conductora del mitin ese 2 de octubre, quien compartió cómo comenzó todo aquel día en la Plaza de las Tres Culturas.
“Dieron las seis de la tarde; empecé a hablar y a mencionar al primer orador que fue Florencio López Osuna. Él expuso su tema y al terminar iba a mencionar al segundo, cuando empiezan a pasar los helicópteros y el primero echa una luz verde. Fue cuando se soltó la balacera, entonces los compañeros me decían, ‘diles que no corran que son de salva’”,narró.

Evidentemente se equivocaron. Myrthokleia resultó herida por esquirlas de bala. Ella y Félix Hernández estuvieron en el tercer piso del edificio Chihuahua.
Después de la primera metralla, Félix logró esconderse en un departamento junto a 20 de sus compañeras y compañeros. Afuera continuaba el infierno.
“El caso es que alguien de los compañeros nuestros prendió una luz, y entonces vino una ráfaga de metralla sobre nosotros, sobre el quinto piso. Cuando se abrieron las averiguaciones sobre Tlatelolco, en el año 2004, con la fiscalía especial, un perito, un especialista hizo la estimación de que aquí el ejército disparó del orden de 70 mil balas”,refirió Hernández Gamundi.
Puertas cerradas
A un costado de la Plaza de las Tres Culturas hay una iglesia que se habría prestado a la emboscada, ya que, según cuenta Myrthokleia González, dentro se celebraba un matrimonio, pero se cerraron las puertas del lugar y no dejaron entrar a nadie.
“Se trataba de que nadie escapara, y esa actitud de quien haya ordenado cerrar el templo, se suma a las actitudes criminales. Siempre hubo alguien, al menos un par de gentes o más sobre la azotea del templo”,señaló el integrante del Comité 68.
Las balas no respetaron y la iglesia de Santiago Apóstol, en Tlatelolco, guarda entre sus muros los vestigios de aquel 2 de octubre de 1968.
“Había gente de todas las edades y esto no importó para hacer la masacre. Si querían tomar al CNH, ahí estaban arriba, sabían dónde vivían, donde estábamos, pero lo que querían era dar una enseñanza brutal, una enseñanza de que esto no se puede volver a repetir”,compartió María Eugenia Espinosa, representante de la Facultad de Filosofía de la UNAM.

Memorial
En la Plaza de las Tres Culturas hay un memorial con 20 nombres de las y los caídos, “y muchos otros compañeros cuyos nombres y edades aún no conocemos”, dice la inscripción en roca.
En los muros del edificio Chihuahua se aprecia el graffiti del expresidente Gustavo Díaz Ordaz, uno de los victimarios, pero no es el único. Participaron militares y policías encubiertos, el Batallón Olimpia del guante blanco.
“La orden de reprimir aquí, yo no tengo duda de que la emitió Díaz Ordaz, pero tampoco tengo duda de que Echevarría fue el operador”,concluyó Félix.
Información: Once Noticias