Culiacán, Sin.- En cada esquina de Culiacán, el olor a pan recién horneado anuncia la llegada de una de las tradiciones más dulces y significativas del año: el pan de muerto.
Más que un alimento, es un símbolo de amor y memoria, una forma de mantener cerca a quienes ya partieron y de continuar con una de las tradiciones mexicanas más emotivas.
En el corazón de una panadería tradicional, Fernando Félix Zazueta, de 74 años, sigue dándole vida a esta costumbre. Con más de 60 años de experiencia en Panadería Las Muchas, don Fernando aprendió el arte del pan con la práctica y el paso del tiempo.
“Todo el tiempo hemos tenido la tradición esa, no la hemos perdido para nada, se han ido muchos que han fallecido, pero yo nomás me quedo y sigo haciéndolo para que ellos sigan haciendo esto. Yo soy el único que preparo y mi hijo también, ya está aprendiendo. La masa se prepara con huevo, azúcar, manteca, sal, es un proceso de ciertas cantidades que lleva”.

El pan de muerto tiene su forma de cuerpo, dice con orgullo don Fernando, mientras acomoda con cuidado los huesitos de masa que simbolizan a los seres queridos que ya no están.
“Pues así se entiende que es el cuerpo, la cabecita que lleva arriba y los bracitos son los tilines que le llamamos nosotros, son los bracitos, entonces se ponen los brazos y los pies y el cuerpo es la bola del pan, esa es la tradición”.
Cada año, don Fernando elabora este pan con devoción, sabiendo que cada pieza lleva una historia, un recuerdo y el cariño de quien lo compra para colocarlo en su altar.
“Pero aquí estamos, los estoy enseñando a que sigan con la misma tradición, que no se acabe esto, que no se acabe esta tradición, porque mucha gente ya cambió pues el sistema o la forma de trabajar con las máquinas y eso ya cambia, es lo mismo, lleva huevo, manteca, azúcar y todo tiene el mismo sabor, pero la traición es conservar lo artesano, hacerlo a mano”.
El pan de muerto es mucho más que un alimento delicioso. Es una forma de honrar a los seres queridos fallecidos y de mantener viva la memoria de quienes ya no están físicamente presentes.
Al compartir este pan con familiares y amigos, se celebra la vida de los difuntos y se fortalece la conexión entre el mundo de los vivos y los muertos.
El pan de muerto es una deliciosa tradición mexicana que representa la riqueza de las culturas, es un recordatorio de que, aunque los seres queridos hayan partido, su espíritu perdura en nuestras memorias y tradiciones.





