“La mejor opción es ir a prisión. Incluso viendo la rica historia de tortura que hay en Rusia, la posibilidad de morir empalado por una botella es menor que con una bala en la cabeza. Haré cualquier cosa, pero no iré al frente”.
Así le dijo a la BBC en Moscú un hombre que prefiere mantener su identidad a salvo.
El presidente de Rusia, Vladimir Putin, firmó un decreto el miércoles donde anunció una movilización parcial: unos 300.000 reservistas serán llamados para reforzar a las tropas rusas en el frente tras sufrir varios reveses contra Ucrania.
En un inusual discurso nacional, el mandatario ruso dijo que esto era para garantizar la integridad territorial y proteger a las personas en los territorios de Ucrania ocupados por Rusia. Es la primera vez en la historia de la Rusia moderna que se hace algo similar.
“Como en una película de ciencia ficción de los años 80”, admite Dmitry, de 28 años a la BBC. “Es espeluznante, para ser honesto”.
Tras el anuncio de movilización parcial, dice el joven, los chats de la oficina comenzaron a hervir, nadie podía trabajar. Dmitry se tomó un descanso de la oficina después del almuerzo y compró algo de dinero en Ligovsky Lane.
Miles de personas han salido a protestar y hay más de 1.000 personas detenidas.
También hay miedo y preocupación por saber quiénes serán llamados a filas.
No le ocurre así a Dmitry: cambió de apartamento en primavera, cuando la policía acudió a él por su participación en acciones no autorizadas. Ahora se plantea si salir o no del país: “Aunque la situación parece sombría, tengo un sentimiento de derrota del presidente Putin. No tiene Ucrania y planea inundar el frente con cadáveres rusos”, dice.
Hay quien no lo ve así y, ante la sola idea de ir al frente, con la incertidumbre de a quién reclutarán, se plantea opciones más extremas.
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