Un estudio con datos de más de 10.000 adolescentes indica que la edad a la que llega el primer móvil marca diferencias importantes en salud. Una respuesta esperada por muchas familias.
Navegar la vida en tiempos tan acelerados no es sencillo para quienes equilibran trabajo, familia y el incesante estímulo de la era digital. Para los padres, el desafío es aún mayor: además de proteger a sus hijos en este entorno, deben decidir cuándo es el momento adecuado para entregarles su primer teléfono inteligente. Y justo esa decisión –largamente debatida en hogares y escuelas– acaba de recibir una respuesta incómoda respaldada por datos.
Celular a los 12 años: los datos de salud mental que preocupan
Un nuevo estudio publicado en la revista Pediatrics revela que los niños que poseen un teléfono inteligente a los 12 años enfrentan un mayor riesgo de depresión, obesidad y falta de sueño en comparación con quienes aún no tienen estos dispositivos.
La investigación, realizada por el Children’s Hospital of Philadelphia junto con las universidades de California en Berkeley y Columbia, analizó información de más de 10.000 adolescentes estadounidenses que participaron en el Estudio sobre el Desarrollo Cognitivo del Cerebro Adolescente, considerado el mayor seguimiento a largo plazo del desarrollo cerebral infantil en Estados Unidos entre 2018 y 2020.
Según recoge CBS News, las cifras muestran que el 63,6 % de los participantes ya tenía un smartphone y que la edad promedio de adquisición rondaba los 11 años.
La investigación no demuestra una causalidad directa, aunque sí se suma a un creciente cuerpo de evidencia que apunta a efectos cognitivos perjudiciales asociados al uso temprano de smartphones.
Por ejemplo, como reportó previamente DW, un estudio advierte que estos dispositivos no son adecuados para los más pequeños, al asociarse con problemas de atención, menor autonomía en el juego y menos tiempo para actividades esenciales del desarrollo.
A ello se añaden otros hallazgos: una investigación que describe a los teléfonos inteligentes como un “parásito” evolutivo que captura recursos cognitivos, y otra que demuestra que basta con apagar el internet del móvil para reducir la ansiedad y la dependencia.
¿Prohibir los teléfonos inteligentes a los niños? La respuesta no es simple
No necesariamente. Barzilay reconoce que los smartphones también pueden desempeñar un papel constructivo, fortaleciendo las conexiones sociales, apoyando el aprendizaje y facilitando el acceso a información valiosa. Muchas familias, además, los consideran herramientas importantes para la seguridad y la comunicación cotidiana.
Aun así, el mensaje central es contundente. “Cuando le das un teléfono a tu hijo, debes considerarlo como algo importante para su salud y actuar en consecuencia”, advirtió el investigador en entrevista con The New York Times.
El equipo recalca que no pretende demonizar la tecnología ni culpar a los padres que ya han dado un dispositivo a sus hijos. Su objetivo es que esta evidencia sirva para tomar decisiones más informadas y equilibradas.





