“Aprieta, chamaquito, que llegamo’ a Méxicooo!” Con ese grito, Bad Bunny desató la energía de miles de fans que abarrotaron el Estadio GNP para vivir la primera de ocho noches de su “Debí tirar más fotos Tour” en la Ciudad de México.
Desde el inicio, Benito dejó claro su mensaje: unidad total entre Puerto Rico, México y toda Latinoamérica. Y el público mexicano, fiel desde sus inicios, respondió con un rugido que estremeció cada rincón del recinto.
El cantante reafirmó su amor por México, país que eligió nuevamente para cerrar su año de gira.
“Aun siendo turista, me hacen sentir en casa”, agradeció.
Y advirtió: “Primera noche de ocho… tienen que poner la vara alta”.
Entre pirotecnia, luces y ovaciones interminables, la fiesta comenzó con temas como “Calladita” y “Baile inolvidable”, antes de que el escenario “La Casita” tomara vida.
Como parte de su dinámica de ofrecer una canción especial por concierto, la elegida de la noche fue “Chambea”, uno de los temas que lo impulsaron a la fama.
Benito la cantó desde el techo de la casita, donde incluso sufrió una caída… pero se levantó de inmediato para seguir el show —y el público explotó en apoyo.
Luego llegó el bloque perreo:
“Nadie se va de aquí sin bailar, sin perrear… especialmente las mujeres mexicanas que no se dejan de ningún cabrón”, lanzó antes de “Yo perreo sola”.
Los Pleneros de la Cresta se unieron al espectáculo con “Café con ron”, momento en el que Bad Bunny agradeció profundamente a México por impulsar la música de su tierra:
“Gracias por llevar la plena puertorriqueña tan lejos. Los represento a ustedes también”.
Para el final, el artista regresó al escenario principal con una mezcla de nostalgia y euforia:
“Ojitos Lindos”, “Dakiti”, “La canción”, “Bokete”, hasta llegar al momento más emotivo de la noche: “Debí tirar más fotos”, coreada por las 65 mil personas presentes como si fuera un himno.
La explosión final llegó con “Eoo”, fuegos artificiales y un público completamente entregado.
Tras este viaje musical a Puerto Rico, quedan siete noches más hasta el 21 de diciembre. Si la primera fue un terremoto emocional, lo que viene promete ser histórico.





