Vestido solo con una bata quirúrgica, Armando recorrió el pasillo que lo condujo hasta la sala de operaciones de un centro de planificación familiar en Caracas, de donde salió, como otros 15 hombres, estéril por decisión propia y venciendo los estigmas machistas que persisten en Venezuela y que excluyen al hombre de la prevención de embarazos.
Armando Leiva viajó 700 kilómetros hasta la capital venezolana desde Güiria, un pueblo costero del noreste del país, para poder someterse a una vasectomía. Con 41 años y dos hijos adolescentes, su decisión estaba tomada, y no solo por no querer tener más hijos, sino porque su esposa sufre problemas hormonales con los anticonceptivos y él quería ser parte de la solución en la vida sexual de ambos.
«Mi esposa se cuida con otro método, pero a las mujeres se les complica (por) las hormonas. Es más complicado para ellas y más invasivo que para el hombre», dijo Leiva a Efe, no sin antes recordar que muchos caballeros rechazan estos procedimientos por «algo cultural», por la idea de que un hombre no debe someterse a una solución anticonceptiva.
Cuidarse es gratis
Durante toda una mañana, la Asociación Civil de Planificación Familiar (Plafam) llevó a cabo una de las jornadas de esterilización masculina gratuita que ofrecen desde hace unos dos años, y con la que atienden a un promedio de 15 pacientes en cada ocasión, tal como explicó el urólogo encargado de este servicio, Manuel Núñez.
Se trata de hombres de todas las edades y de distintas regiones del país que acuden a este centro buscando prevención, y que en unas tres semanas consiguen, tanto atención médica como psicológica para afrontar el definitivo paso que dan hacia la esterilización masculina, un tema del que prácticamente no se habla en el país.
Las únicas cifras disponibles sobre el tema en Venezuela son las de esta asociación que, desde 2019, ha practicado 796 procedimientos de esterilización masculina. En general, los médicos aseguran que muy pocos hombres se someten a vasectomías en el país, mientras que la esterilización de la mujer es común y rutinaria en cualquier centro de salud.
En la variopinta sala de espera, las razones para estar allí también son diversas. Van desde la decisión temprana de no querer tener hijos, o la de no aumentar sus familias, hasta la de quienes lo hacen para evitar que sus esposas tengan que pasar por un quirófano para una intervención mayor como lo es la ligadura de trompas.
En ese fortuito club de caballeros estaba Jesús Molina, uno de los más jóvenes en la jornada. Con 20 años de edad, optó por este procedimiento porque no quiere tener hijos.
«Me estoy haciendo la vasectomía hoy porque no quiero ser papá, no tengo como que ese sentimiento de paternidad», indicó Molina, que ve esta decisión como una garantía para la prosecución de sus metas a largo plazo.
Una solución ante la crisis
Como Armando, muchos apuestan por estas jornadas gratuitas, aunque impliquen gastos de traslado, pues no tienen cómo costear la cirugía en centros de salud privados de sus regiones, donde el procedimiento, con anestesia local, oscila entre los 500 y los 1.000 dólares, según comentaron los propios pacientes.
A esto se suma la poca oferta anticonceptiva para hombres en Venezuela, que está prácticamente limitada a métodos de barrera.»
Solamente tenemos dos métodos: o nos protegemos con anticonceptivos tipo barrera, el condón, o nos realizamos la vasectomía», detalló el urólogo.
A esto, y a la crisis económica del país que dificulta tener familias numerosas, atribuye Núñez que los hombres en estas jornadas cada vez sean más jóvenes.
«Hemos tenido una tasa de pacientes (de) entre 18 y 25 años en estos últimos meses bastante alta. Esto debido a que los jóvenes se están informando más sobre los métodos anticonceptivos en hombres y buscan evitar un embarazo no planificado», explicó el médico.
Rompiendo tabúes
Mientras esperaban su turno, los hombres compartían experiencias previas a tomar la decisión. Hablaban de los miedos y de los tabúes que debieron romper antes de esterilizarse.
Al salir de la sala de cirugía, Diego Vieira contó lo sencillo que es el procedimiento y lo comparó con lo que ha tenido que pasar su esposa con otros métodos anticonceptivos.
«Ella ya había tenido otros métodos anticonceptivos como el implante, pero su cuerpo los rechazaba. De hecho le cayó muy mal, hasta se desmayó, entonces la ginecóloga le recomendó retirar los implantes e intentamos con las patillas anticonceptivas, pero, claro, el costo (…) Entonces, ya que ella no quería ligarse y es un proceso más tedioso, yo decidí hacerme la vasectomía», relató.
Los operados estuvieron también por encima de las burlas de amigos y familiares, quienes les aseguraron que, de someterse a esta cirugía, tendrían un peor desempeño sexual, al punto de vaticinarles la disfunción eréctil, algo distante de estos hombres que salieron de pie y listos para afrontar una sexualidad más responsable.
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