La colocación de estas ofrendas es una combinación de elementos de la tradición prehispánica con la religión católica.
Culiacán, Sinaloa | Uno de los elementos más característicos en la celebración del Día de los Muertos es la colocación de los altares, los cuales pese a modificarse conforme el paso de las generaciones, aún sostienen símbolos cuya colocación es fundamental, de acuerdo con la tradición, para garantizar la visita de nuestros seres queridos desde el más allá.
Previo a la conquista de los españoles, pueblos como los mexicas, zapotecas y mayas rendían culto a sus fallecidos, de acuerdo con Inna Teresa Álvarez Otañez, directora del Museo de Arte de Sinaloa.
“Las ofrendas que le hacían a los difuntos tenían que ver con cosas que necesitaban para su viaje, en este caso por el Inframundo. Se les ponían objetos personales. Eso se ha encontrado en los entierros de origen prehispánico”, dijo.
Sería a raíz de la evangelización durante la conquista cuando comenzó a incorporarse algunos elementos católicos, mismos que alteraron el significado de su propia construcción. Por ejemplo, los altares pasarían de representar los siete niveles previos al Inframundo a ser siete escalones de ascenso al cielo.
En la tradición actual, el primer nivel debe contar con la imagen del santo al cual fue devoto o devota la persona homenajeada. El segundo nivel, representando las ánimas que pasan por el purgatorio. En el tercer nivel, en referencia a la purificación, se debe colocar sal.
“El cuarto se pone, en este caso, el personaje principal, que es otro elemento de la festividad y el pan, por ejemplo. En el quinto nivel se coloca las frutas y el alimento que al difunto le gustaban en vida. En el sexto nivel se colocan fotos de demás personas fallecidas y en el séptimo nivel se coloca la cruz”, agregó.
Alvarez Otañez concluyó en que los pétalos de cempasúchil, de uso común en el centro y sur del país, hacen referencia al sol y el eterno ciclo entre la vida y la muerte.
