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De Mesoamérica a James Bond, la evolución del Día de Muertos

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Un hombre con un elegante traje negro que resalta entre la multitud por su porte, sombrero de copa y una enigmática máscara de Catrín recorre las calles del Centro Histórico de la Ciudad de México. La figura camina al Gran Hotel de la Ciudad de México, una joya arquitectónica del siglo XIX.

Lo acompaña una enigmática mujer de vestido rojo vino que recuerda al de las novias tradicionales del país, un antifaz que bien podría ser un mural de Diego Rivera y una corona de flores de cempasúchil. Juntos, toman el ascensor hasta el último piso, y en ese momento descubrimos su verdadera identidad: es James Bond, en misión secreta, no de vacaciones.

Desde el balcón, con el Museo Nacional de Arte de fondo, Bond observa enormes esculturas de calaveras flotantes (mojigangas) que dominan la escena. Mientras se prepara para neutralizar a su objetivo, Marco Sciarra, un capo de la mafia, este lo descubre, desatando un tiroteo y una explosión en su escondite. La persecución irrumpe en el desfile de Día de Muertos, donde la multitud celebra ajena a la confrontación.

Una nueva tradición 

Hasta antes de Spectre, la película número 24 de Bond, tal procesión no existía en México. Sin embargo, a partir de esa escena, el país incorporó el desfile de Día de Muertos una nueva tradición. Actualmente, el emblemático evento se erige como uno de los mayores referentes turísticos y culturales de la capital mexicana.

Calavera del colectivo Zion Art Studio. Foto: Karen Tlali

Mónica Rosas, es parte desde hace dos décadas del Colectivo Última Hora. El equipo lo conforman diez cartoneros y cartoneras que participaron en la producción de Spectre durante el 2014.

“Todas las piezas fueron fundamentales y elementales, no hay una que yo diga “híjole, esta es la principal”, pero siempre hay una con un penacho impresionante que sale en muchas fotos que es así como la parte principal (de la película), y también hay un Catrín que sale con su sombrero, esas esas dos figuras yo creo que han dado la vuelta a nivel mundial y son famosísimas por donde quiera”.

Mónica recuerda que varios cartoneros participaron en la película sin que hubieran sido casteados para ello.

“Realmente llegaron a preguntar quiénes habían hecho las calaveras para la ofrenda del Zócalo, nunca llegó una producción que te dijera “vengo de Inglaterra y vengo a hacer un casting”, jamás, o sea, nunca hubo una información. Entonces en ese tiempo les dijeron “pues colectivo última hora participo” y no solamente participamos nosotros, participaron varios grupos, varios cartoneros. Se hizo como un casting de las piezas “saben que tienen que hacer una pieza con ciertas características”. Nos dio mucho gusto haber participado, nos dio mucho gusto, nos llenó de mucho orgullo, el poder representar a nuestro país por medio de unas piezas que para nosotros en verdad fueron de mucho amor, mucho trabajo bien pesado, eso sí, pero con mucho corazón se hizo”.

El Colectivo Última Hora, un grupo de artistas multidisciplinarios especializados en ofrendas monumentales y cartonería, ayudó a definir la estética fúnebre que inspiró “El Gran Desfile de Día de Muertos” en la Ciudad de México.

Este evento, con cinco mil 800 participantes, espera generar más de dos mil millones de pesos en turismo, y con ello impulsar su arte pese a las críticas por “vender la tradición”.

“El desfile fue muy criticado, decían “pues a partir James Bond se hizo esto y el otro”. Sí, ok, a lo mejor sí, y fue un parteaguas, pero también a partir de ahí los cartoneros han comenzado a trabajar más. Cualquier cartonero de cualquier parte del mundo comenzó a darle más auge a esas calaveras, cráneos, decoraciones, porque vieron que era algo vendible, algo comercial. Hoy en día todo el mundo cartonero quiere hacer cráneos, quiere hacer piezas de calaveritas, pero justamente eso que la película marcó dio un empujón hacia todos”.

Calavera del colectivo Zion Art Studio. Foto: Karen Tlali

 

Día de Muertos como identidad nacional

La celebración del Día de Muertos, originaria de las culturas del centro y sur de México, es una práctica cultural de fuerte identidad nacional. A través de ofrendas, busca guiar a los muertos al Mictlán, el inframundo prehispánico.

Para Ana María Salazar, académica del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, eventos como el Desfile no desmitifican esta tradición.

“Esta comercialización se da justamente para el consumo turístico, para el consumo del ocio y todo se vuelve espectáculo de tal forma que los bienes culturales se desterritorializan y se crean estereotipos de la patrimonialización impulsada por los empresarios y los funcionarios de los gobiernos locales o federales, para generar la capitalización de la inversión económica. Vieron una oportunidad de negocios desde la llegada de estas películas que influyen en el tema del atractivo para el consumo de los visitantes”.

 Para el desfile de Día de Muertos de 2024 está prevista la participación de un millón 250 mil personas. María de Jesús Real García, cronista de la alcaldía Benito Juárez, señala que el cambio de una celebración íntima a un espectáculo turístico puede parecer una pérdida de autenticidad, pero destaca que los habitantes locales han encontrado maneras de beneficiarse de esta transformación.

“Y yo creo que es como las festividades de cada pueblo, cada vez le van metiendo un toque diferente porque también son nuevas generaciones las que las hacen. Entonces, pues le ponen su toquecito y creo que es válido; como las danzas, también las danzas se han ido modificando, por ejemplo, la de los chinelos que ya también tienen sus toques diferentes, cada comparsa le ponen un toquecito, es algo como que personal”.

Día de Muertos como identidad nacional

La celebración del Día de Muertos, originaria de las culturas del centro y sur de México, es una práctica cultural de fuerte identidad nacional. A través de ofrendas, busca guiar a los muertos al Mictlán, el inframundo prehispánico.

Para Ana María Salazar, académica del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, eventos como el Desfile no desmitifican esta tradición.

“Esta comercialización se da justamente para el consumo turístico, para el consumo del ocio y todo se vuelve espectáculo de tal forma que los bienes culturales se desterritorializan y se crean estereotipos de la patrimonialización impulsada por los empresarios y los funcionarios de los gobiernos locales o federales, para generar la capitalización de la inversión económica. Vieron una oportunidad de negocios desde la llegada de estas películas que influyen en el tema del atractivo para el consumo de los visitantes”.

Para el desfile de Día de Muertos de 2024 está prevista la participación de un millón 250 mil personas. María de Jesús Real García, cronista de la alcaldía Benito Juárez, señala que el cambio de una celebración íntima a un espectáculo turístico puede parecer una pérdida de autenticidad, pero destaca que los habitantes locales han encontrado maneras de beneficiarse de esta transformación.

“Y yo creo que es como las festividades de cada pueblo, cada vez le van metiendo un toque diferente porque también son nuevas generaciones las que las hacen. Entonces, pues le ponen su toquecito y creo que es válido; como las danzas, también las danzas se han ido modificando, por ejemplo, la de los chinelos que ya también tienen sus toques diferentes, cada comparsa le ponen un toquecito, es algo como que personal”.

Colectivo Última hora. Foto: Karen Tlali

La antropóloga Ana María Salazar coincide en que el desfile, aunque impulsado por una película, ha permitido a los mexicanos capitalizar la ocasión sin perder el vínculo con sus raíces culturales.

“La gente como que toma distancia de todos estos aspectos que no son tradicionales, para verlos como eso; es la oportunidad de negocio, es la oportunidad de integrarse vendiendo algunos artículos que saben ellos que no son parte de la tradición, pero es parte del negocio. Lo importante aquí es darnos cuenta cómo se transforma algo de carácter privado, familiar a convertirlo en un espectáculo”.

Reconocido desde 2008 como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, la celebración del Día de los Fieles Difuntos tiene como base el no olvidar a nuestros seres queridos incluso después de su muerte. Eso, de acuerdo a Ana María Salazar, ningún proyecto capitalista lo puede cambiar.

“Bueno, en principio es un acto de memoria en celebración a los ancestros en la cultura mesoamericana, que más tarde van a tener también sus aspectos vinculado con lo hispánico. Cada casa hace su elaboración de ritual, ya sea muy sencillo, a veces muy fastuoso.

Y esta es una transmisión de la tradición que va quedando en la memoria colectiva y se produce a través de sus representaciones simbólicas, lo cual nos identifica con el territorio, con el pueblo, la comunidad y con nuestra propia tradición familiar”.

Colectivo Última hora. Foto: Karen Tlali

Pero no todo es flores y cempasúchil. Aunque el desfile es una gran oportunidad económica para negocios y la ciudad en general, Mónica Rosas, del Colectivo Última Hora, menciona que aún faltan metas a nivel de organización que no permiten la explosión de creatividad de las y los maestros cartoneros, principales participantes del espectáculo.

“Desafortunadamente el recorrido que tenemos tiene dos cables en su camino que no nos permiten hacer una pieza mayor de 4 metros y medio, no podemos rebasar este nivel porque hay cables de alta tensión. Entonces digo, si yo conozco mi camino, hice mi ruta, pues entonces trato de limpiar esa ruta para que yo te ofrezca un mejor espectáculo, porque no es posible que en otros países comiencen a hacer un desfile en donde las piezas rebasan nuestra altura por completo”.

 Tradición que impacta a nivel mundial

Que el desfile de James Bond se haya integrado al imaginario cultural del Día de Muertos sólo demuestra el impacto de esta celebración en todo el mundo y no necesariamente su desaparición que, de hecho, siempre se transforma.

No hay un sólo Día de Muertos, sino que en cada rincón del país y ahora del mundo, tiene su forma de conmemorarse, como en mercados de barrio como la Portales, donde María de Jesús creció.

“Después de tres años que no se hacía la verbena, ahorita se volvió a retomar y son como yo digo, olores, colores y sabores no, porque ves las calabazas, la flor de cempasúchil, las vías en los pasillos, la gente pululando, caminando, comprando sus veladoras, el copal. Entonces, de verdad es divino ahorita por donde camines ver. Era mi mercado y me encantaba ir a dar la vuelta, en ese tiempo no había las calaveritas, no sé si en una cajita donde te ponían los dulces. O sea, es muy muy bonito, de verdad la festividad por acá”.

 Centro turístico, punto de reunión familiar, ritual íntimo o ansiada visita de los y las que ya no están, el Día de Muertos es la celebración más grande del país y toda esta influencia lo demuestra.

Con información de IMER Noticias

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