Culiacán, Sin.- Con apenas 31 años, Ahiko Osuna Kitaoka ha demostrado que la fortaleza del espíritu puede más que cualquier limitación física.
Diagnosticada con ataxia cerebelosa, una condición que afecta el equilibrio y los movimientos, ella ha convertido cada obstáculo en una oportunidad para crecer, aprender y ayudar a los demás.
La enfermedad fue detectada al finalizar la secundaria, aunque la condición estaba presente desde su nacimiento.
”Pues desde que me diagnosticaron esto fue al término de la secundaria y me dijeron que era de nacimiento, pero pues en mi niñez pues no me acuerdo de mucho, pero mis padres dijeron que no se me notaba la discapacidad, porque pues me tenían en muchos deportes y hacía actividad física, pero ya en la secundaria como ya dejé varias actividades por las tareas y el tiempo pues se me empezó a notar que chocaba más, que era medio atarantada en algunas actividades y es cuando ya me empezaron a llevar a checar”.
Desde entonces, tareas que para muchos son cotidianas como subir a un camión o caminar unos metros sin dificultad se transformaron para ella en auténticos desafíos. Sin embargo, Ahiko decidió que no sería su enfermedad la que definiera su futuro.
”Entonces los camioneros no se daban cuenta, no me respetaban la subida, ellos arrancaban antes de que me subiera, de que me sentara, muchas veces me tocaba parada y pues como no tengo tanta bueno si tengo fuerza, pero al momento de ejercer realmente fuerza hay veces que me debilita y entonces pues no, no me podía agarrar y la gente pues se enojaba, porque la golpeaba o me iba para adelante y tampoco pues el camión muchos camioneros quieren que uno se baje por la puerta de atrás y no respetan cuando uno se termina de bajar cuando ya arranca entonces eso me trajo muchos problemas”.
Con esfuerzo y disciplina, concluyó dos licenciaturas, primero en Veterinaria y después en Psicopedagogía, esta última le permitió comprender mejor su propia condición y acompañar a otras personas que atraviesan procesos similares.
Hoy, trabaja en el área de inclusión de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS), donde apoya a estudiantes con discapacidad para que continúen sus estudios.
”yo apoyo pues en el área de estimulación cognitiva, en inglés y también soy apoyo a las y los alumnos de veterinaria y los alumnos de enfermería en situaciones de discapacidad, una condición de necesidad especial y bueno aquí también ayudo en lo que pues lo que me mencionen, obviamente que lo que está dentro de mis capacidades”.
Ahiko reconoce que la depresión ha sido una compañera frecuente en su vida, pero siempre encuentra un motivo para levantarse, porque dice, “la vida sigue, aunque haya problemas”.
Para ella, cada pequeño logro un paso firme o una meta alcanzada se convierte en un triunfo enorme.
”Pues es una pelea, vas a tener altas y bajas todo mundo tenemos altas y bajas, pero la cuestión aquí es aprender a vivir con ellas, saber que si uno está deprimido, si uno no sabe socializar, el mundo sigue girando, sigue avanzando y si tú no avanzas pues te vas a quedar en donde mismo o no sé, te vas estancar y aquí pues es eso, pues en parte lo aprendí sola porque pues obviamente la carrera de pedagogía me ayudó pero pues también son aprendizajes que uno se da cuenta en su vida diaria”.
Su historia es un recordatorio de que la resiliencia no significa no caer, sino levantarse una y otra vez con más fuerza. Con su experiencia, Ahiko envía un mensaje poderoso: “Aunque parezca difícil, nunca dejes de luchar por ti mismo.”
Hoy, su voz inspira a muchos, demostrando que los límites solo existen si uno decide aceptarlos.