Tras vivir su proceso con la enfermedad y tres casos más de sus familiares, hoy envía un mensaje de esperanza.
Culiacán, Sinaloa | A sus 46 años, Anabell Guerrero es un testimonio vivo de que la fuerza de una mujer puede sobreponerse incluso a las pruebas más duras. Su historia está marcada por el amor, la pérdida y la esperanza, pero sobre todo por la determinación de seguir adelante.
Todo comenzó cuando su madre fue diagnosticada con cáncer de mama. Anabell la acompañó paso a paso en su tratamiento, viviendo de cerca los miedos, el cansancio y también las pequeñas victorias. Gracias al apoyo médico, la fe y el respaldo familiar, su madre logró vencer la enfermedad.
“Si mira yo tenía 35 años, mi mamá se hizo su examen de rutina en el seguro y hablaron para decirle que tenía que ir a volvérselo a hacer. Entonces me habla a mí porque mi mamá y yo somos bien unidas todos los días nos hablamos en la mañana, me habla a mí y me dice, oye sabes qué pues me dijeron que tengo que volverme a hacer el estudio, pues la verdad tengo miedo y yo le dije mamá no te preocupes, lo más seguro es que se equivocaron y ocupas un estudio nuevo para pues descartar cualquier cosa, pero ya me dijo es que nunca hablan y el que me hablen a que me presente pues ya no me gusta, yo le dije pues vamos no perdemos nada…fuimos y entonces ya fue cuando le dieron el diagnóstico”.
Cuando su madre superó el cáncer, el destino volvió a ponerla a prueba: poco tiempo después, su esposo fue diagnosticado con cáncer.
Anabell se convirtió en su principal cuidadora, dándole fuerza y compañía en cada etapa del tratamiento. Sin embargo, tras una dura lucha, su esposo falleció.
“Él tuvo sarcoma, el sarcoma es el cáncer más agresivo y pues difícilmente salen libres porque es muy agresivo y se va a muchos lugares, entonces no hay manera muchas veces de operar. Es muy complicado, él falleció antes de que a mí me diera cáncer”.
Meses más tarde, cuando aún trataba de reconstruir su vida, Anabell recibió su propio diagnóstico: cáncer de mama. Esta vez era ella quien tendría que enfrentarse a la enfermedad que ya conocía demasiado bien.
“A los 37 me vuelvo a hacer mi estudio y se me detecta en etapa uno entonces me programan mi cirugía el 26 de septiembre de 2018 y me quitan los ganglios y me hacen la mastectomía en la mama derecha, me quitan absolutamente toda la mama. Me quedó en etapa uno, solo con el ganglio centinela infectado que ese ganglio es el soldadito, o sea es el primer ganglio y él es el que detiene las enfermedades, entonces nada más tenía uno, me quitaron 18 ganglios y solo en el centinela salió con cáncer”.
Pese al dolor y al miedo, Anabell decidió seguir luchando, durante su proceso llegó otra noticia difícil: su hermano también tenía cáncer.
“En el 2020 a mi hermano le diagnostican cáncer ahora en pandemia, en el testículo y en la avena aorta, entonces pues realmente su pronóstico era muy reservado, porque pues el testículo se puede extirpar como la mama, pero en la vena aorta no hay, no te pueden quitar el tumor, porque el tumor era del tamaño de la avena aorta, entonces al quitarlo te podías desangrar. Entonces nada más quitaron el testículo y lo mandaron a quimios y a radios y pues gracias a dios se le redujo a tal grado de que se le desapareció el tumor, entonces pues ahí anda dado de alta igual que yo”.
Cuatro diagnósticos, cuatro historias en una misma familia.Aun así, Anabell no se rindió, hoy después de superar su tratamiento, comparte su historia para inspirar y crear conciencia.
“O sea sí estuvo muy pesado, pero la verdad que te enseña muchas cosas porque te das cuenta que, a lo largo del camino, te encuentras a muchas personas que no son nada tuyo y que la verdad son como ángeles que te ayudan sin esperar nada a cambio”.
Después de sus experiencias, Anabell invita a todas las mujeres a realizarse sus chequeos periódicos, a escuchar su cuerpo y a no postergar la prevención. Su historia es un recordatorio de que, incluso en los momentos más oscuros, la fortaleza humana puede brillar más que la adversidad.
