¿Cuestionará Alemania, o al menos pospondrá, el abandono de la energía nuclear? Ante la actual crisis energética, muchos tabúes se ponen en tela de juicio en un país en el que la dependencia del gas ruso obliga a cambios radicales a toda prisa y a replanteamientos a veces dolorosos
La hostilidad a la energía nuclear tiene una larga historia en Alemania, resumida por el eslogan “Atomkraft, nein danke! (Lo nuclear, ¡no gracias!). Hace más de veinte años, el abandono de la energía nuclear fue negociado por el gobierno de izquierdas de Gerhard Schröder, en el que participaron los Verdes. Tras la catástrofe de Fukushima, el gobierno de Merkel, que había optado por un uso más prolongado de la energía nuclear, dio marcha atrás.
Por tanto, el abandono de la energía nuclear está previsto para finales de 2022. En la actualidad, tres centrales siguen funcionando y producen el 6% de la electricidad de Alemania. Pero mientras las energías renovables adquieren cada vez más importancia, el gas ruso barato iba a satisfacer las necesidades de Alemania junto con el carbón, que el actual gobierno quería abandonar “si es posible” para 2030.
Callejón energético
Esta ecuación se vio fundamentalmente cuestionada por la guerra de Ucrania y el deseo de abandonar el gas ruso a medio plazo. Pero como el estancamiento energético es cada vez más grave, cualquier recurso adicional es agradecido, como el ahorro de energía en todas las direcciones. El miércoles, el canciller alemán Olaf Scholz afirmó que “puede tener sentido” prolongar la vida útil de las tres últimas centrales nucleares en funcionamiento en Alemania, aunque estas plantas “sólo son relevantes para la producción de electricidad y sólo para una pequeña parte de ella”.
La energía nuclear no tiene mucho peso, pero puede, al margen, ahorrar en el consumo de gas, sobre todo si Moscú detuviera todas las entregas. Dentro de la coalición, los liberales abogan por un dejar el resto de centrales activas. Los democristianos también están a favor. Algunos son incluso partidarios de reactivar las tres centrales que se cerraron a finales de 2021.
Los socialdemócratas, en cambio, son hostiles a una moratoria de la energía nuclear. Y para los Verdes, para quienes el rechazo a esta fuente de energía está en su ADN, es un gran tabú. Ya han aceptado de forma pragmática un mayor uso del carbón en los últimos meses y la importación de gas de esquisto productor de CO2, pero sacrificar el tabú nuclear es aún más difícil. Algunos no descartan al menos postergar el cierre de una planta en Baviera.
Muchos obstáculos
Más allá de la dimensión ideológica, ¿es factible un proyecto así? En primer lugar, hay un problema legal. Las centrales eléctricas actuales no pueden funcionar después del 31 de diciembre. Pero una ley se puede cambiar.
Las empresas implicadas son escépticas y no están dispuestas a seguir operando sus plantas. También está el problema del combustible que se está agotando. Se puede utilizar como mucho durante unos meses, pero más allá de eso, habría que comprarlo. Una opción que puede llevar meses y costar mucho dinero.
También hay problemas de mantenimiento. Las plantas que aún están activas ya deberían haber sido revisadas, pero como debían cerrar, la última revisión programada no se llevó a cabo. Y este tipo de operación suele durar meses.
Esto plantea muchas cuestiones técnicas. Tras un primer estudio en primavera, el gobierno ha lanzado un segundo estudio para determinar si el país puede prescindir de la energía nuclear en una grave crisis energética. La respuesta se espera para finales de mes.