Argentina es uno de los diez países con mayores emisiones de gases de efecto invernadero de América Latina. Ha contribuido a que la región incremente su contaminación desde 1990, por lo que «necesita ser parte de la lucha global contra el cambio climático».
Así concluye un informe anual conjunto de CEPAL, CAF, CE y OCDE sobre las perspectivas económicas para Latinoamérica centradas en “La transición verde”, que coincide con la COP 27.
Según el informe, entre 1990 y 2019, Argentina se encuentra en el tercer lugar de la tabla de los países con mayores emisiones, detrás de Brasil y México y le siguen Venezuela y Colombia. Todos ellos registraron consistentemente mayores niveles de emisiones que otros países de América Latina.
Este hecho “explica el constante incremento” de las emisiones de América del Sur, por encima de las del Caribe y América Central e incluso los países de la OCDE.
Al analizar los diez países con mayores niveles de emisiones, Venezuela, Argentina y Paraguay muestran niveles per cápita de 9, 8 y 7 t CO2e, respectivamente.
El promedio per cápita de emisiones de gases de efecto invernadero en Latinoamérica equiparó en 2019 al promedio mundial (6.3 t CO2e) y fue menor al promedio de los países de la OCDE (9.1 t CO2e), y son los países del Caribe los de más altos niveles de emisión.
El informe recomienda que identificar el origen de estas emisiones en cada país es «fundamental». Esto a fin de incrementar la conciencia de la urgente necesidad de actuar en los sectores con las más altas emisiones.
Todavía
Las contribuciones nacionales determinadas (NDC) establecen objetivos concretos y políticas para alcanzar los objetivos del Acuerdo de París y, en ese sentido, el informe reconoce que Argentina ha puesto objetivos “sin condiciones”, en contraste con la mayoría de América Latina.
Al mismo tiempo, Argentina, un país fuertemente endeudado, como Colombia y Ecuador, han solicitado que se consideren los canjes de deuda por clima como un importante instrumento de financiación.
Entretanto, Argentina junto con Brasil y México aún tienen “ambiciosos planes para incrementar la producción hidrocarburífera”, indica el informe en un apartado en que dice que muchas economías de la región continúan desarrollando nuevos proyectos de petróleo y gas que “corren el riesgo de terminar como activos abandonados”.
Alternativas
El informe explica que Argentina, con Brasil y México son tres grandes productores de autos, al indicar que la región está “bien posicionada para producir las bases materiales para la movilidad eléctrica”.
En ese sentido, Argentina, Chile y Bolivia tienen las reservas más grandes de litio del mundo al formar el “triángulo del litio”. Además, existen áreas que están bien dotadas de energía solar y eólica que podría permitir que el hidrógeno se genere a muy bajos costos.
Por ello, Argentina se encuentra en una posición estratégica ante el incremento de la demanda de minerales para la transición energética. El informe señala que en el periodo 2020 a 2021 la inversión en litio en América Latina creció 117 %, con incrementos del 77 % en Argentina.
En el camino para invertir en combustibles alternativos, Argentina es uno de los ocho países que tiene ventajas para entrar al mercado del hidrógeno. Esto se debe a su abundancia en energías renovables a bajo costo y su matriz de energía eléctrica relativamente limpia.
Al mismo tiempo, Argentina es uno de los países de la región con industrias de gas natural, ya que puede producir y exportar hidrógeno azul, lo cual podría ser una fuente de divisas de exportación y muestra que el gas puede cumplir el rol de “puente” entre el hidrógeno azul al verde.
El informe confirma que Argentina es uno de los nueve países de la región que tienen planes para el hidrógeno, en particular el país sudamericano, junto con Chile y Costa Rica, identifican las condiciones del mercado y los mecanismos financieros para promover el desarrollo del hidrógeno verde.
Pero el efecto neto en el empleo de la transición energética podría sentirse con más fuerza en el sector manufacturero en Argentina, con un 40 % del total de empleos para 2030.