Culiacán, Sinaloa.- Decía Octavio Paz “que el culto a la vida, si de verdad es profundo y total, es también culto a la muerte, pues ambas son inseparables y si una civilización niega la muerte, acaba por negar la vida”.
Y aunque pueda parecer extraño para cualquier extranjero, el “Día de Muertos” no es una fecha de luto nacional. Esta es una celebración que enaltece la memoria de todas las personas que ya partieron de este mundo o que se nos adelantaron en el camino.
Desde muy tempranas horas de la mañana, cada 2 de noviembre, decenas de personas comienzan a llegar al panteón Civil de Culiacán, con silenciosas, pero efectivas jornadas de limpieza, para poner en orden los sepulcros de sus seres amados.
A lo largo del día, amigos y familiares de los fallecidos, se dan cita con globos y arreglos florales, en su mayoría adquiridos con los comerciantes establecidos a las afueras del camposanto como la señora Carmen Gaxiola, quien desde los últimos ocho años, vende estos productos durante la festividad, expresando su satisfacción ante las ventas de este año.
“Pues, mejor que en años, Si, muchísimo más desde ayer. La gladiola y surtida de colores y el Pompón.”, comentó.
A la llegada del medio día, con la llegada de mayor cantidad de gente, el ambiente de silencio casi solemne, da paso a una verdadera algarabía en el que risas, lágrimas y sobre todo, música, inundan el ambiente, siendo esta última interpretada por diversos conjuntos que ofrecen sus servicios.
Don Eliazar, músico de profesión desde hace veinte años, asegura que este día ha sido bueno para él y sus compañeros de conjunto, pues las peticiones musicales no han parado desde muy temprano.
“Nosotros venimos desde las ocho de la mañana. Un puño de tierra, Amor eterno, La Lampara, Canciones variables”.
Estos restos remarcan que la festividad no es para los muertos, si no para las personas que les sobreviven y que esta es una de las formas más alegres en que se puede honrar su recuerdo y sobre todo, hacer más llevadera su ausencia.