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Científicos buscan rejuvenecer cerebros con tejido cultivado

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Una idea audaz desafía los límites de la biología: sustituir partes envejecidas del cerebro por tejido joven. ¿Ciencia ficción o futuro de la medicina?


Implicaciones éticas del procedimiento

Como era de esperar, las ideas de Hébert han generado tanto entusiasmo como escepticismo en la comunidad científica. Muchos dudan de que el tejido cerebral trasplantado pueda integrarse plenamente en un cerebro envejecido. Otros señalan las enormes implicaciones éticas de tal procedimiento.

Y no es para menos: según informa el MIT Technology Review, el biólogo sugiere reemplazar completamente el cerebro y otras partes del cuerpo como la única estrategia viable para eludir la muerte natural. Si bien los trasplantes de caderas y riñones ya son comunes, la noción de cambiar un cerebro por otro es profundamente inquietante, dado que nuestro cerebro es esencialmente lo que define nuestra identidad.

Sin embargo, Hébert cuenta con el apoyo de algunos grupos que ven en su trabajo una posible vía para derrotar al envejecimiento. La Longevity Biotech Fellowship, un grupo de entusiastas de la prolongación de la vida, ha llegado a sugerir la posibilidad de trasplantar cabezas humanas a cuerpos de clones “no sensibles”, criados específicamente para carecer de un cerebro funcional propio.

Estas ideas pueden sonar extremas, pero Hébert las defiende con convicción. “Prefiero la vida a esta lenta degradación hacia la inexistencia que la biología ha planeado para todos nosotros”, afirma.

¿Puede un tejido joven funcionar en un cerebro envejecido?

Por supuesto, el camino hacia la realización de estas ideas está plagado de obstáculos. Fabricar trozos de cerebro de sustitución, o lo que Hébert llama “facsímiles” de tejido neocortical, es un desafío enorme. Para ello, está estudiando cerebros de fetos humanos abortados de entre 5 y 8 semanas de edad, midiendo qué células están presentes, en qué número y ubicación, para intentar guiar la fabricación de estructuras similares en el laboratorio.

El mayor reto, sin embargo, es demostrar que estos trozos de tejido joven pueden realmente funcionar dentro del cerebro de una persona mayor. Como señala Rusty Gage, biólogo del Instituto Salk, “si funcionara, todos lo haríamos más”.

Hébert es consciente de los enormes desafíos que tiene por delante. “Estamos a un par de pasos de revertir el envejecimiento cerebral”, dice. “A un par de grandes pasos, debería decir”.

Sin embargo, Hébert sigue convencido de que, si se consigue llevar a cabo este avance, las aplicaciones podrían ir más allá del envejecimiento, ayudando también en la lucha contra enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer.

Mientras tanto, el debate sobre las implicaciones éticas y prácticas de esta investigación seguramente continuará. ¿Estamos ante el amanecer de una nueva era en la medicina, o simplemente persiguiendo un sueño imposible?

Con información de DW

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