Hace unos 13.800 millones de años, cuando comenzó el universo tras el Big Bang, la materia salió despedida hacia el exterior y fue formando poco a poco los planetas, estrellas y galaxias que hoy conocemos.
Un grupo de científicos, entre ellos varios de la Universidad de Chicago y del Laboratorio Nacional Fermi, ha publicado una de las mediciones más precisas jamás realizadas sobre la distribución actual de la materia en el universo.
Esto incluye no sólo la materia normal que compone los planetas, las estrellas, el polvo, los agujeros negros y las galaxias, sino también la materia oscura: la misteriosa masa invisible que genera más gravedad que la materia normal.
El resultado ha traído consigo una sorpresa, ya que muestra que la materia no está distribuida exactamente como pensábamos: La distribución de la materia es menos grumosa y más uniforme de lo que predicen nuestro modelos, que sugiere que nuestros modelos cosmológicos podrían necesitar un ajuste.
Cartografiando lo invisible
Sin embargo, no podemos verlo todo. De hecho, la mayor parte de la materia del universo, alrededor del 75 por ciento, es completamente invisible para nuestros métodos de detección actuales. ¿Cómo pudo ser elaborado el mapa, entonces?
La materia oscura fue detectada indirectamente, porque crea campos gravitatorios más intensos de los que debería haber en función de la cantidad de materia normal. Y, además, deforman la luz gracias al efecto de la lente gravitacional: el campo gravitatorio a su alrededor se vuelve lo suficientemente fuerte como para influir en la curvatura del propio espacio-tiempo, lo que resulta en una luz deformada que algunos de nuestros observatorios pueden captar.
Para cartografiar la materia en el universo, los investigadores compararon los datos sobre lentes gravitacionales recogidos por dos sondeos diferentes: el Dark Energy Survey, que recoge datos en longitudes de onda cercanas al ultravioleta, el visible y el infrarrojo cercano; y el Telescopio del Polo Sur, que recoge datos sobre el fondo cósmico de microondas, los débiles rastros de radiación que quedan del Big Bang.
Método de la comprobación cruzada
“Funciona como una comprobación cruzada, por lo que se convierte en una medición mucho más sólida que si sólo se utilizara uno u otro”, afirma el astrofísico Chihway Chang, de la Universidad de Chicago, autor principal de uno de los tres artículos que describen el trabajo.
Los autores principales de los otros dos artículos son el físico Yuuki Omori, del Instituto Kavli de Física Cosmológica y de la Universidad de Chicago, y el científico Tim Abbott, del Observatorio Interamericano Cerro Tololo de NOIRLab.
Aunque las conclusiones aún no son seguras y será necesario añadir más datos para perfeccionar el mapa, lo que sí es seguro, es que los resultados ayudarán a otros científicos a seguir investigando los misterios del universo.
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