La casa se destaca por una mezcla de ventanas grandes y pequeñas, de color blanco, marrón y negro. “Las compramos en Ebay como material de segunda selección, y construimos la fachada de acuerdo con ellas”, explica Elena Boerman, investigadora del Instituto de Tecnología de Karlsruhe (KIT). Se especializa en materiales de construcción secundarios y colaboró en el proyecto estudiantil de reciclaje RoofKIT, el aporte alemán al Solar Decathlon Europe de este año, en la ciudad de Wuppertal, la competencia universitaria más grande por el edificio más sostenible. Ganaron el primer puesto con esta construcción.
RoofKIT llevó al máximo la creatividad en los conceptos sobre el ciclo de los materiales de construcción. Los adoquines colocados alrededor de la casa fueron obtenidos de escombros. La fachada pertenecía a un viejo establo, y le da un aspecto interesante. La escalera de metal que lleva al piso superior también es de segunda mano. Y el interior está decorado con objetos usados y material reciclado.
La reciclabilidad, es decir, el grado de reutilización de los materiales usados, es el lema de los participantes del Solar Decathlon. Allí se presentaron paredes antiguas de madera, un aislamiento del edificio hecho con pantalones vaqueros triturados, fieltro de lana, y papel usado. Había pocos materiales de unión, y se prefirió atornillar y clavar en lugar de pegar, para un mejor reciclaje futuro. Si bien la economía circular es ahora un tema importante en los estudios de arquitectos e ingenieros civiles, apenas hay signos de ella en las obras de construcción.
Pionera del reciclaje de hormigón
Pero ¿qué constructor quiere tener “residuos” en la estructura de sus edificios? ¿Qué contratista de obras quiere hacerse responsable de cualquier problema que puedan causar los materiales usados? Para evitar riesgos, a menudo se prohíbe usar materiales de construcción reciclados y, por lo tanto, la tasa de reciclaje se reduce, pero sin motivo, dijo Peter Hübner, presidente de la Asociación General de la Industria de la Construcción, en el congreso de esa industria, en mayo. “A menudo fallamos debido a ordenanzas y reglamentos que luego tardan 20 años en revisarse”, explicó.
Angelika Mettke ha estado viajando por Alemania y por toda Europa durante décadas para convencer a los constructores de que reconstruyan losas de hormigón usadas. La profesora asociada de la Universidad Técnica de Brandeburgo (BTU) Cottbus-Senftenberg, es pionera en el reciclaje de hormigón. Este escaseaba en la antigua Alemania Oriental (RDA), y luego de la reunificación alemana había un millón de departamentos vacíos, la mayoría en los impopulares y altos edificios hechos de elementos de hormigón armado. Mettke dice que todos esos componentes intactos “podrían tener una segunda vida”.
Arena, grava y gravilla, cada vez más escasas
La producción, así como la trituración de hormigón consume inmensas cantidades de energía, por lo cual esos procedimientos se consideran enemigos mortales del clima. El reciclaje consecuente de placas de hormigón reduciría la emisión de CO2 hasta en un 95%, estima Angelika Mettke. Además, la arena, la grava y la gravilla son materias primas finitas, que están faltando cada vez más. “Debido a nuestro alto estándar de vida, extraemos anualmente más de 500 millones de toneladas de piedra granulada”, indica.
Bolsas online de materiales usados
El proyecto de investigación ReCreate investiga hasta 2025 el desmantelamiento y la reutilización de placas de hormigón en seis países europeos. Aunque esto es sensato desde el punto de vista ecológico y económico, aún existen varios problemas en torno al reciclaje. En primer lugar, solo es posible con componentes prefabricados y ensamblados. Según la profesora Mettke, los edificios con conexiones fácilmente desmontables se pueden desarmar varias veces, como en un juego de Lego, para construir una nueva estructura. Por lo tanto, Mettke pide que se modifiquen los procesos de construcción. Además, dice, la digitalización del sector ayuda a documentar exhaustivamente todos los diferentes elementos utilizados.
“Solo se convierte en desperdicio aquello que ya no sirve para un uso posterior”, subraya la profesora de Cottbus. En un caso ideal, cuando se demuele un “edificio donante”, ya se sabe dónde se necesitan las diversas piezas en las cercanías. En lugar de un depósito, que cuesta dinero, la ingeniera dice que una solución posible son las bolsas de materiales de construcción en internet. En Alemania, por ejemplo, existen Concular y Restado: “También comercian con ventanas, puertas y radiadiores de calefacción usados. Eso se podría ampliar e incluir paredes y techos”. Y lo que en un lapso de cinco años no encuentra comprador, podría entonces ser triturado y usado para producir hormigón o en la construcción de calles.
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