Culiacán, Sinaloa | Susana Medina, una mujer sobreviviente de cáncer de mama, demuestra que las pruebas más difíciles en la vida pueden convertirse en un motor para ayudar a otros.
Su historia es la de alguien que, pese al dolor y las pérdidas, encontró en la adversidad la fuerza para inspirar, acompañar y motivar a quienes enfrentan la misma batalla que ella libró con valentía.
Susana “Susy” Medina tuvo una infancia alegre, marcada por la música y el baile. Desde pequeña, la academia de danza era su segundo hogar.
Sin embargo, en su adolescencia la vida le puso una prueba difícil: la muerte de su madre a causa de cáncer.
La noticia fue un golpe inesperado, pues su mamá nunca les había hablado del diagnóstico.
Aquella experiencia sembró en Susy una conciencia sobre la importancia de la salud, que durante muchos años la llevó a realizar chequeos médicos periódicos.
Pero el tiempo y las ocupaciones hicieron que, en algún momento, descuidara esos cuidados.
Una revisión posterior cambió su vida: tenía cancer de mama. El diagnóstico fue claro y, aunque difícil, tuvo un rayito de esperanza: estaba en etapa cero, la más temprana para tratar esta enfermedad.
“Mi mamá enfermó de cáncer desde que yo tenía 11 años cuando estaba en primero de secundaria. Nosotros no fuimos informados de su enfermedad, claro que fuimos testigos silenciosos, mi mamá se lo guardó para ella misma, sólo creo que lo compartía con mi papá. A mí me daba mucho miedo cumplir 47 años porque mi mamá murió a los 47 años, yo dije siempre me preguntaba, voy a vivir más que ella, pero sin embargo yo creo que yo no pensaba en el cáncer, realmente yo empecé a hacer mastografía a los 40 años, me lo hice dos años, nada más, yo ya tenía como propósito hacerme más cargo de mí misma y fui a hacerme la mamografía, como si nada sin miedo ni nada yo para que el doctor no me regañara cuando me viera. Cuando la recogí y no salía y no me la daban y se la daban a otra gente y no me la daban y sale una muchacha y me dice Susana Medina y me dice me acompaña por favor, ahí empezó todo se me fue la sangre a los pies y me puse a caminar un pasillo que es de los más largos que he caminado en mi vida y me dijo aquí tengo el resultado de su mamografía, nomás me acuerdo que me dijo, tiene que ir al médico, yo salí mi hijo estaba dando vueltas afuera, yo salgo con mi papelito en la mano, me subo al carro y le digo no salió bien, fue el primero que le dije entonces todo ese día no te voy a mentir, lloré muchísimo y yo dije, me voy a morir porque yo vi a mi mamá que se murió y dije me voy a morir y lloré muchísimo”.
La mastectomía fue inevitable. Al principio, le costó mirarse al espejo y aceptar su nuevo cuerpo, pero un día decidió hacerlo y, con ello, dio el primer paso hacia la aceptación y la recuperación emocional.
“Y si me operaron en mayo del 2022, a mí me detectaron cáncer en marzo y yo en mayo ya estaba en el quirófano. Claro que yo no era capaz de verme una prima mía, me curaba y mi hijo yo me bañaba, yo nunca pude. Cuando yo al mes regreso con mi ginecólogo que me operó ya con los resultados, lo mandan a analizar para cotejar qué lo que te dijeron antes de la operación era lo mismo o si sale algo, llego con el médico con las hojas, así temblando, las abre, yo lo veo y me dice usted ya no tiene cáncer. Sabes lo que esa noticia significa no quimio, no radio yo fui sola a esa consulta, nadie me pudo acompañar, entonces ya me regresé a mi casa y en cuanto yo llegue a mi casa, lo primero que hice fue quitarme la camisa, respirar, tomar valor y verme en el espejo ahí yo sola en mi casa frente a mi espejo me vi conocí mi cuerpo y me dije me salió barato estar viva”.
Tras superar la enfermedad, Susy descubrió que las castañuelas no solo eran música y arte, sino también una terapia que ayudaba a mejorar el movimiento de brazos y dedos, aliviando el dolor después de la mastectomía.
Así, comenzó a compartir su experiencia y su talento con otras mujeres que atravesaron por lo mismo.
“Ahí estaba yo viendo a ver de dónde me caía algo cuando me encuentro una amiga en un baby shower y me dice me acordé de ti porque hay una terapia en España para mujeres como lo tuyo y me dijo tocan castañuelas, ella sabía que yo bailaba de niña. Y tengo un año que he recorrido un camino cuando tú quieres algo cuando tú sueñas algo cuando tú deseas algo, no te puedes esperar a ser feliz cuando lo logras cuando lo disfrutas desde el proceso, como lo he disfrutado, yo te enriquece la vida, yo he crecido muchísimo, o sea mi corazón está hinchado de amor”.
Hoy es maestra en el grupo “Latidos Rosas”, donde enseña castañuelas y, sobre todo, transmite fortaleza, amor propio y esperanza.
Su historia es testimonio de que, incluso en los momentos más duros, el espíritu humano puede encontrar motivos para seguir adelante y transformar el dolor en una nueva forma de ayudar a otros.
“Entonces aparte yo salgo renovada, entonces me acuerdo que todo el mundo me decía que te hiciste y yo decía estoy viva y desde ese día me encanta estar viva y le quiero dar un mejor sentido que pueda a cada respiración que Dios me permite dar”.