El año pasado, Turki se animó al fin a revelar su homosexualidad, pero el rechazo de su familia fue tal que optó por buscar seguridad y libertad lejos de Arabia Saudita.
Poco después de dar el paso, Turki, de 20 años, fue de hecho retenido por sus padres y hermanos, que lo confinaron en una habitación y le prohibieron acudir a la universidad.
Cuando mi madre supo de mi orientación sexual, me dijo: ‘No eres mi hijo. Mi padre y mis hermanos me pegaron. No pude salir ni ver a mis amigos durante semanas”, recuerdó.
Los derechos de la población LGBTIQ+ son todavía un tabú en este reino cuna del Islam, gobernado por una interpretación rígida de la ley musulmana, incluso en medio de una serie de cambios sociales impulsados por su gobernante de facto, el príncipe heredero Mohamed bin Salmán.
La agenda reformista, que incluye apartar a la policía religiosa, la introducción de cines y la organización de juergas nocturnas en el desierto, creó nuevas oportunidades para algunos grupos discriminados, especialmente las mujeres, pero no ha llegado a expandir las libertades de las minorías sexuales, que todavía buscan poder proclamar su identidad sin miedo.
Algunos miembros de la comunidad LGBTIQ+ del país sintieron que no tenían otra opción que el exilio. Ese fue el caso de Turki unos meses después de revelar su orientación y sólo cuando pudo ahorrar suficiente dinero para un vuelo internacional.
“Salí por la noche y viajé a Londres para siempre”, dijo desde su nueva casa.
Ahora, Turki, que pidió no publicar su apellido por motivos de seguridad, disfruta de una vida modesta en un apartamento compartido que está, eso sí, “lleno de libertad”.
Un crimen punible con la pena capital
Bajo la ley saudita, la homosexualidad es un crimen punible con la pena capital, pero los grupos de derechos humanos indican que es difícil determinar hasta qué punto las autoridades aplican la normativa.
En su último informe sobre Arabia Saudita, el Departamento de Estado estadounidense dijo que no hubo acusaciones conocidas bajo estas leyes en 2021, excepto cuando los individuos colgaron fotos del llamado travestismo en redes sociales.
En una columna de opinión publicada por el diario saudita Okaz, el columnista Fahad Deghaither argumentaba este mes que aunque su país se oponga a tal “falta de pudor”, la homosexualidad ha existido desde antes de la aparición de algunos profetas y que no han escuchado hablar de ningún homosexual al que se pueda culpar de este comportamiento que no ha escogido.
Sin embargo, parece imposible que las minorías sexuales puedan sentirse bienvenidas en un país donde se censuran referencias LGBTIQ+ en películas y donde un medio estatal informó el año pasado de unas redadas de juguetes y ropas con arcoíris en tiendas de la capital, Riad.
Las informaciones sobre el presunto suicidio de una mujer transgénero el mes pasado tras volver al reino exacerbaron, además, los miedos.
Pese a las profundas reformas sociales y el enfoque de terapia de choque que el príncipe Mohamed bin Salmán tiene para suavizar las normas sociales en el país, cualquier cosa relativa a los derechos LGBTIQ+ es muy, muy delicada” comentó Yasmine Farouk, del Carnegie Endowment for International Peace.
Así, Turki guarda poca esperanza en cuanto a un posible cambio de mentalidad en su país de origen.
“No importa qué reformas haya, no puedo imaginarme que la sociedad nos vaya a reconocer. No hay lugar para nosotros”, mencionó.
Identidad transgénero
En este contexto, varios exiliados LGBTIQ+ explican que la historia de Eden Knight, una mujer transgénero que supuestamente se suicidó al volver de Estados Unidos, demuestra que sus miedos son justificados.
En un mensaje publicado el 12 de marzo en la cuenta de Twitter de esta mujer, se quejaba de verse sometida a registros diarios y reprendida por ser un “bicho raro” por su familia.
“He intentado suicidarme en el pasado pero he sobrevivido. Esta vez, se ha terminado”, decía el mensaje. Desde entonces no se supo nada de ella.
Es muy difícil para muchos sauditas entender la identidad transgénero, asegura una mujer trans que pidió anonimato. Al final desistió de buscar aceptación en su hogar y viajó a Reino Unido en septiembre tras haber ahorrado suficiente dinero.
“Mi única esperanza fue partir y empezar una nueva vida en un país que me entendiese”, agregó.