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Día de la Independencia, ¿qué representa para la comunidad afromexicana?

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Cuajinicuilapa, Guerrero, el municipio donde vive Mijane Jiménez, fundadora de la Red Nacional de Juventudes Afromexicanas, los preescolares, primarias y secundarias acostumbran hacer un desfile cada 15 de septiembre con escoltas y bandas de guerra que llenan las calles con el ruido de sus trompetas y tambores.

“Yo desde niña había desfilado. Entonces, desde una noche antes se prepara el uniforme, nos citan a las ocho de la mañana y pues el personaje estelar era el abanderado o la abanderada de la escolta que está portando la bandera, y el sargento. Yo fui abanderada en la primaria y para mí fue un alto honor haber estado en esos desfiles”.

Luego de la marcha, desfilan en carros alegóricos adornados con flores la Reina —la adolescente que representa la llegada de los españoles al México prehispánico— y la América, quien personifica la independencia del país.

Ambas son presentadas oficialmente meses antes por el presidente municipal como la Reina y la América de las Fiestas Patrias del año. Cuando llega el día del festejo, familiares, amigos y vecinos salen a las calles para acompañarlas con porras y gritos, mientras ellas lanzan regalos, como dulces y pelotas.

“La América era siempre, según, la mujer indígena, pero regularmente salían mujeres afromexicanas, solo que no se asumían como tal, y la Reina era una mujer blanca, y siempre buscaban a la más blanquita, a la más bonita, según la mirada colonizadora que se tiene por acá, y también racista”.

Más tarde, en la noche, se lleva a cabo el Grito de Independencia en el Ayuntamiento Municipal con la exhibición de danzas tradicionales.

Mijane narra que a su mamá le gustaba hacer “noche mexicana“. En una ocasión preparó los tres pozoles: verde, blanco y rojo y, afirma, “faltaba barriga” para la cena.

Ahora le toca ver el desfile como mamá, pero desconoce si este año será posible porque la inseguridad que viven en Cuajinicuilapa podría impedirlo.

Desde que Mijane tiene identidad política como una persona afromexicana, le frustra que los distintos presidentes del país, cuando dan el Grito, no mencionan al pueblo afromexicano o afrodescendiente:

“Si la gente dice ‘Ahora está reclamando porque no mencionan al pueblo afromexicano en el Grito’, pareciera que no es demasiado importante, pero para mí sí lo es porque ese grito lo están monitoreando en diferentes televisoras, lo están viendo miles de personas en México y que el presidente dijera ‘Viva el pueblo afromexicano’, entonces alguien por lo menos dirá ‘¿Cuál pueblo? ¿quiénes son los afromexicanos?’ y les entrará la duda.

Será un mecanismo de debate y, entonces, de verdad habrá un reconocimiento constitucional y una sensibilización a lo menos en identidad. Parecería algo simple, pero cuando alguien lo nombre como es, porque hubo libertadores en la Guerra de Independencia, personas racializadas, negras, hay que recordar que nuestras ancestras y ancestros eran los que más buscaban la libertad. Recordar la historia es hablar también de las castas, el mal llamado mestizaje y cómo las personas negras eran las más oprimidas en la construcción del Estado-nación”.

 

¿Dónde está la visibilización del pueblo afromexicano?

Nadia Sanders, periodista afrodescendiente, asegura que el pueblo afromexicano ha sido y sigue siendo invisibilizado. Sostiene que se debe dignificar a las personas de origen afro que formaron parte de la construcción de México como nación:

“Ahora ya se menciona que Vicente Guerrero fue afrodescendiente y se visibiliza esa parte. José María Morelos también. Y hay muchos indicios de que otras personas formaron parte de la construcción de lo que hoy conocemos como México tenían raíz afro”.

Añade que las aportaciones de las personas que fueron esclavizadas en el territorio mexicano son invisibilizadas.

“Este tráfico de personas se dio por muchos años, por siglos, básicamente. Y son pueblos que trajeron su cultura, música y conocimientos ancestrales también. La jamaica, por ejemplo, es de origen afro, el tamarindo también es de origen afro. ¿Qué hacemos en estas fiestas? Aguas frescas y decimos ‘aguas típicas mexicanas’.

Con la declaración de independencia del país, con el fin de decir ‘Todos somos iguales y todos somos mexicanos’ queda invisibilizada la aportación de los pueblos afro a la construcción de nación, de la industria minera, de la industria agrícola, de la construcción también, porque buscaban, recordemos, personas fuertes, corpulentas o con ciertas características físicas para esto”.

Nadia está convencida de que más personas se reconocerían como afromexicanas, negras o afrodescendientes si se vuelve motivo de orgullo.

“Lo que es importante es reconocer que somos una nación construida de varios orígenes y, ciertamente, los pueblos originarios fueron ocupados, desplazados, se les arrebataron sus territorios, pero también hubo pueblos y personas extraídas de sus tierras, y esto es de África, por un comercio millonario”.

 

Desconexión nacional

Valeria Angola, antropóloga e integrante del colectivo antirracista Afrochingonas, nació en México. Cuando cumplió un año, se mudó con su mamá y papá a Bogotá, Colombia, donde vivió por 20 años.

“Ambos son colombianos y ellos vinieron en los 80 a estudiar. Mi mamá estudió en la UNAM, mi papá en la ENAH. Aquí se casaron, vivieron unos 10 años y, cuando yo nací, mi mamá presentó su tesis de licenciatura y regresamos. Yo crecí en Colombia, pero con la nacionalidad mexicana”.

De regreso en México le ha sido difícil conectar con la llamada “identidad nacional“:

“Una de las cosas que recuerdo muy fuerte es que cuando yo llegué a México, o regresé a México, me dijeron que aquí no había personas negras. Entonces esta idea de negritud o afrodescendencia siempre ha sido colocada en México en un afuera, en un otro que no es mexicano.

En la Escuela de Antropología conocí a otras personas afro y me di cuenta de que esto es una mentira, que también desde la antropología, siendo muy crítica con mi propia profesión, hemos sido educados con la idea de que en México no existen las personas negras y este es un completo error porque, precisamente, las personas descendientes de africanos y africanas esclavizados durante la colonia ayudaron a formar lo que México es hoy en día, de forma cultural, pero también de forma gastronómica, yo pienso también en las arquitecturas. Todas las obras, todos los edificios que se construyeron durante estos años fueron con obra de mano esclavizada, de personas africanas”.

Valeria comenta que no ha conectado con ese “ser mexicana” porque no es una persona mestiza. Además, es cuestionada por su nacionalidad todo el tiempo. Para ella, que muchas personas afrodescendientes no sean reconocidas como mexicanas tiene que ver con el estereotipo del mexicano o mexicana que corresponde al relato de la Independencia, del mestizo.

Sin embargo, poco a poco se ha adaptado culturalmente: come un poco de chile, tortillas de maíz y también pozole.

“En medio de toda esta migración, una empieza a tejer redes de solidaridad, acompañamiento y también de familiaridad con amigos y amigas que vas conociendo, con gente que empieza a tener mucha importancia y mucho cariño en la vida. Esos amigos que empiezo a conocer aquí me invitan a sus casas a comer pozole.

Recuerdo que el primer 15 de septiembre lo pasé en Oaxaca, en el centro de Oaxaca, y escuché El Grito que hace la persona gobernadora. Me pareció muy interesante cómo hay toda una celebración en torno a esa independencia, a esa creación del Estado-nación, frente a la celebración que hacemos en Colombia”.

Del 15 de septiembre en México, a Valeria le parecen interesantes y destaca las calles adornadas de verde, blanco y rojo —los colores patrios—, platillos muy específicos de esta fecha, como los chiles en nogada o el pozole, la ropa y la música. Una festividad “bastante grande”, en comparación con Colombia.

La Independencia de México no es una fecha significativa para ella y no la convoca a celebrar; pero no rechaza pasarla en compañía.

“Yo siento que lo importante de estas fechas es compartir con la gente cercana, aprovechar que nos podemos reunir, que nos podemos encontrar, más que las fechas en sí mismas y lo que celebran”.

 

¿Celebrar la Independencia como afromexicana?

Aramís Figueroa, poeta, antropólogue lingüista, activista e integrante de la colectiva Oración Qaribe, vivió una experiencia similar. Cuestionan su nacionalidad y, como persona afrodescendiente mexicana, le es difícil integrarse a las celebraciones del 15 de septiembre.

Atribuye esto a que una de las principales herramientas de composición de la nación fue el mestizaje, que enarboló un discurso donde sólo hubo cabida para lo europeo y lo indígena. Toda huella de resistencia, aporte cultural e, incluso, la existencia misma de las personas afrodescendientes, afirma, fue borrada.

“Cuando eres una persona afrodescendiente, ya sea que solo seas residente o nacida acá en México, siempre has sabido, de una u otra manera, que México no es tu país porque está esta condición que tienen las personas negras en muchos contextos de siempre ser consideradas extranjeras. Yo tengo que estar explicando constantemente que soy de aquí. Y llega un momento en el que, incluso, ya como estrategia de supervivencia, terminas diciendo ‘No, no soy de aquí, soy de otro lado’ o ‘Sí, pero mi familia no es de aquí. Para mí sí es muy complicado participar de las celebraciones y de todo este contexto de identidad y orgullo nacional”.

Comparte que desde la primera infancia era leíde como una persona no perteneciente a la nación. Cuando entró a la universidad entendió más sobre ese prejuicio. Esto a través de la lectura sobre la historia de la presencia negra en México y de libros como La raza cósmica, de José Vasconcelos.

Aramís dice que, en Veracruz, donde vive, nada más se necesita una excusa para hacer una fiesta. La gente se reúne en la Plaza de Armas o Zócalo los 15 de septiembre con música en vivo, como la tropical chunchaca de Nelson Kanzela, quien toca hasta por siete horas consecutivas:

“Lo que me gusta de esas celebraciones en específico es que, generalmente, traen músicos que son de gusto extremadamente popular. Termina siendo, al menos a mi parecer, no tanto la celebración de la nación como una entidad abstracta y monolítica y ya más entonces las personas que integran a la nación. Podríamos decir que roza la idea de celebrar al pueblo”.

Chiapas: un estado de afrodescendientes

Karla Marytza vive en Tonalá, Chiapas, uno de los municipios con mayor número de población negra y mulata en el estado entre los años 1500 y 1600. Sin embargo, actualmente un alto porcentaje de la gente que vive ahí no se asume como afrodescendiente o negra.

Dulces típicos de la región a base de cocoa o de coco y la chanfaina —que es víscera de res— son de origen africano. Karla también comparte que, durante la colonia, las personas de origen africano que fueron esclavizadas se dedicaron a la ganadería y, actualmente, en la zona costera del estado esa actividad sigue siendo parte importante de su economía.

En Chiapas es más importante conmemorar el 14 de septiembre de 1824, fecha de su anexión a México.

“Entonces porque está muy cercano a la fecha del 15 yo recuerdo cuando era niña celebrábamos la anexión de Chiapas a México y la independencia de México quedaba en segundo plano”.

En las escuelas hacen homenajes con efemérides que recuerdan ese momento histórico. Más que un festejo, dice Karla, es una conmemoración. Algunas personas hacen pequeñas reuniones y ese 14 de septiembre se vuelve parte de las pláticas cotidianas.

Pero, hace 10 años, aproximadamente, la conmemoración de la anexión de Chiapas a México empezó a perder peso y ganó popularidad la independencia del país.

“Tuvo que pasar el levantamiento zapatista, movimientos indígenas, para que la nación en su Constitución, en el artículo 2, dijera ‘Mi nación está integrada por población no solo mestiza, sino que es una nación multicultural, pluricultural. Hay un montón de comunidades que agrupa’. Yo observo que a partir de este cambio también empieza a cambiar la manera en cómo las personas y comunidades se identifican con la nacionalidad mexicana”.

Actualmente, concluye Karla, hay políticas públicas, reformas y esfuerzos desde la academia, pero no impactan a las comunidades. Sigue existiendo un rechazo y falta de reconocimiento de la población afrodescendiente en México; continúan las detenciones arbitrarias y se mantiene la discriminación.

Con información de Imer Noticias 

 

 

 

 

 

 

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