Desde el siglo XV y hasta finales del siglo XVIII, el cambio climático para los europeos tiene un significado totalmente diferente a la crisis climática de hoy: al deforestar bosques y al cultivar las tierras se mejoran las temperaturas, y si el clima es extremo fuera de Europa, es porque Dios castiga a los no cristianos. Un discurso positivo e imperialista que Colón usó para justificar su primera expedición. Entrevista con Jean-Baptiste Fressoz, historiador especialista en cambio climático.
Al salir de misa se dirigió hacia donde ningún europeo nunca antes había ido. Aquel día, el 3 de agosto de 1492, Cristóbal Colón partía del Puerto de Palos con una centena de hombres esperando encontrar una nueva ruta que acortara la distancia entre Europa y la India. Sin embargo, después de dos meses y medio de navegación por el Atlántico, el genovés desembarcó en una isla de las Bahamas, cuyos paisajes caribeños no correspondían a la ruta comercial esperada.
De regreso a España, Colón tuvo que rendir cuentas a los reyes de católicos y a los banqueros de Sevilla, sus financistas, a quienes describió estas islas como una oportunidad comercial, a condición de mejorar el clima.
“Colón va transformar su proyecto de descubrir una nueva ruta en un proyecto de colonización agrícola. Es por ello que su segundo viaje se convierte en una gran expedición en la cual lleva caña y gente con experiencia sobre este tipo de cultivos en las Islas Canarias, pues su nuevo objetivo es establecer plantaciones azucareras [en las islas del Caribe]”, explicó a RFI el historiador francés Jean-Baptiste Fressoz, quien resaltó las numerosas referencias al clima que Cristóbal Colón hace en su diario de viajes.
“¿Por qué habla tanto sobre ello? Primero, porque el caribe se encuentra en la zona llamada ‘tórrida’, es decir, una zona que no era interesante para el comercio, para el cultivo. Colón debe entonces encontrar la manera de justificar que estas tierras pueden ser habitadas, cuando en realidad no lo deberían ser. Es por ello que su diario está repleto de descripciones sobre la belleza de la naturaleza”.
Árboles cuyos troncos son altos y resistentes como los mástiles de los barcos españoles, tierras fértiles y abundantes de aguas “buenas y sanas”, y un clima cálido similar a una noche de mayo en Andalucía, son algunas de las descripciones de Colón citadas en el libro “Las revueltas del cielo. Una historia del cambio climático”, coescrito por los historiadores franceses Jean-Baptiste Fressoz y Fabien Locher.
Sin embargo, cuando Colón tuvo que enfrentar las violentas lluvias típicas del trópico, sus proyectos comerciales se vieron amenazados, pues la imagen paradisíaca que describió a sus patrocinadores contrastaba con los nubarrones desconocidos para los europeos.
Por esta razón, la idea de mejorar el clima se convirtió en uno de los principales objetivos del navegante genovés, de acuerdo con los historiadores franceses: eran necesario deforestar las islas, derribar los árboles que generan nubes y lluvias, y así dotarlas de un clima óptimo para los cultivos de azúcar. Este supuesto mejoramiento del clima lo habían realizado anteriormente los portugueses y españoles, a inicios del siglo XV, cuando conquistaron las islas Canarias, la isla de Madera, y Puerto Santo, ubicadas en el Atlántico, a la altura del norte de África. “Dicho de otra manera, para ellos la colonización sería una especie de normalización climática” explicó Jean-Baptiste Fressoz a RFI.
El cambio climático como proyecto
“La colonización va a cambiar drásticamente el clima de grandes regiones del planeta. Los imperialistas españoles utilizaron el cambio climático como un discurso optimista: decían que los caminos de las islas no eran hechos por hombres, sino por conejos. Era la forma de decir que los indígenas no trabajaban las tierras, que no las poseían. Entonces mejorar el clima fue un argumento a favor del imperio español en el debate sobre la posesión de las Indias”.
Publicado en 2020, el primer capítulo del libro coescrito por Jean-Baptiste Fressoz y Fabien Locher está dedicado a los viajes de Cristóbal Colón. A mediados de agosto de 2022 estará disponible la segunda edición en las librerías francesas. En esta obra, uno de los objetivos de los historiadores es demostrar que durante cinco siglos el clima fue utilizado para justificar la expansión europea: con Colón se pretende mejorar el clima de las Américas, en el siglo XVIII el clima sirve para jerarquizar a las sociedades, y en los siglos XIX y XX los imperios franceses y británicos acusaron a los negros y árabes de haber degradado el clima en África.
Actualmente existe un debate sobre la responsabilidad histórica que tienen los países desarrollados sobre las emisiones de efecto invernadero, la principal causa del calentamiento del planeta, pues son ellos quienes han consumido más energías fósiles en los últimos dos siglos.
Imágenes e información brindadas por https://www.rfi.fr/es/