En 1990, Juan Gabriel cruzó la línea, marcando un hito en la música mexicana con su inolvidable concierto en Bellas Artes. Su presentación no solo transformó su carrera, sino que abrió un debate nacional sobre quién merecía pisar ese escenario y quién no.
Mientras “El Divo de Juárez” conquistaba el recinto entre polémicas y críticas, Luis Miguel soñaba con lograr lo mismo.
A mediados de los años 90, “El Sol” brillaba como nunca: éxitos internacionales, premios, y una carrera sólida. Pero cuando buscó presentarse en Bellas Artes, la respuesta fue un rotundo no .
Según el periodista Alberto Tavira, el entonces director del INBA, Gerardo Estrada, negó la solicitud alegando que Luis Miguel aún no estaba a la altura para ese escenario.
Aunque no se le permitió cantar, sí se le autorizó grabar dos videoclips —entre ellos el emblemático “El día que me quieras” — con una condición: no podía pisar el escenario.
Años después, el documental de Netflix “Debo, puedo y quiero” vuelve a recordar este momento histórico que definió dos caminos distintos:
Juan Gabriel, el artista que rompió las reglas para consagrarse en Bellas Artes.
Luis Miguel, el ídolo que quedó a las puertas del recinto más importante de México.





