Reino Unido solía ser considerado un país políticamente estable, pero con cinco primeros ministros en seis años, tres de ellos en los últimos dos meses, es claro que algo está funcionando mal dentro del parlamento de Westminster.
Desde las elecciones generales de Reino Unido en 2015, que ganó el Partido Conservador, ha habido múltiples ocupantes en la residencia oficial de Downing Street.
Antes de la llegada del actual primer ministro, Rishi Sunak, Liz Truss renunció al cargo que ocupó durante solo 45 días, el período más corto en la historia del país.
Truss reemplazó a Boris Johnson cuando este dimitió en septiembre, quien a su vez ocupó el cargo que dejó Theresa May tres años antes, en 2019.
May fue nombrada líder del Partido Conservador y primera ministra cuando David Cameron anunció su dimisión en 2016.
¿Qué ocurre en Westiminster? Algunos analistas apuntan a las profundas divisiones dentro del Partido Conservador, que, seis años después del Brexit, la salida de Reino Unido de la Unión Europea, no ha logrado encontrar la dirección que debe seguir este país.
“Ciertamente para explicar la inestabilidad del Partido Conservador y de la política británica en general tenemos que regresar a 2016, cuando se votó para dejar la Unión Europea”, dice Tim Bale, profesor de Política de la Universidad Queen Mary de Londres y autor del libro The Conservative Party after Brexit: Turmoil and Transformation (“El Partido Conservador después del Brexit: turbulencia y transformación”).
“Desde entonces realmente no hemos tenido un período largo de estabilidad”, agrega. “Quizás no habíamos visto tanto caos como el que hemos tenido en las últimas semanas, pero desde (2016) hemos vivido una situación inherentemente volátil“, le dice el experto a la BBC.
Error de cálculo
Los analistas consideran que el mayor “punto de inflexión” en la historia política, económica y diplomática reciente de Reino Unido ocurrió en 2013, cuando el entonces primer ministro conservador, David Cameron, prometió celebrar un referendo sobre la pertenencia de Reino Unido a la Unión Europea (UE) si su partido ganaba la siguiente elección general.
“La decisión de Cameron para comprometerse al voto no fue porque la población del país estuviera reclamando votar, sino porque una minoría significativa de sus propios parlamentarios le estaban exigiendo que lo hiciera“, señala el profesor Bale.
Algunos de estos parlamentarios conservadores se sentían amenazados con el ascenso del UKIP, un partido populista y antieuropeo que estaba ganando cada vez más simpatizantes. Otros eran los eternos conservadores antieuropeos que estaban aprovechando esos temores para favorecer su causa.
Cameron, que apoyaba la permanencia en la UE, esperaba que el referendo pusiera fin a esa “guerra civil” dentro de su partido y mantuviera a los conservadores en el poder. Y también pensaba que podía ganar.
Pero fue un error de cálculo de enormes proporciones.
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