Pero un antiguo sabio, Eratóstenes de Cirene (276 a.C.-194 a.C.), solo necesitó un palo para determinar este hecho y aún poder estimar, con buena precisión, el tamaño de la circunferencia del planeta.
Eratóstenes partía del conocimiento de un fenómeno importante: el solsticio de verano, es decir, el día en que uno de los polos de la Tierra tiene su máxima inclinación con relación al sol.
Cuando ocupaba el cargo de director de la Biblioteca de Alejandría, encontró un manuscrito científico que decía que, en la entonces ciudad de Siena —hoy llamada Asuán, en el sur de Egipto—, en esa fecha específica del año, el sol del mediodía estaba tan perfectamente perpendicular al suelo, en el llamado cenit, que era posible verlo fácilmente en el fondo de un pozo.
Esto despertó en él un destello, un descubrimiento.
Si midiera la inclinación de la luz solar en otro lugar al mediodía del solsticio, sabiendo la distancia de un punto a otro con conocimientos básicos de matemáticas, sería capaz de calcular la circunferencia de la Tierra. Para ello bastaría con utilizar una relación trigonométrica.
Fue preciso prepararse, por supuesto.
Calculando la distancia
Eratóstenes hizo lo que era habitual en ese momento: contrató a un itinerante. Eran profesionales capacitados para caminar largas distancias con pasos regulares, precisamente para medir distancias entre ciudades.
Sin embargo, antes de recurrir a la práctica, el sabio pensó que sería posible utilizar las matemáticas para calcular también esta distancia.
“Pretendía descubrir la distancia entre Siena y Alejandría utilizando el tiempo recorrido por los camellos”, explica el geógrafo Leandro Sales Esteves, profesor de la Universidade Presbiteriana Mackenzie (UPM). “Pero abandonó la idea debido a la falta de precisión encontrada en este método”.
Para contratar topógrafos itinerantes, el geógrafo asegura que Eratóstenes necesitaba autorización del gobierno de Egipto.
En línea recta son unos 800 kilómetros —hoy, por carretera, el recorrido más corto mide 1.011 kilómetros y se puede recorrer a pie en 204 horas de marcha.
En la unidad de medida utilizada en ese momento (el estadio, que tenía poco más de 157 metros), la distancia se determinó en 5.040 estadios.
El día del solsticio de verano, en Alejandría, Eratóstenes fijó un palo perpendicular al suelo. La idea era medir la longitud de la sombra que proyectaba el palo sobre el suelo al mediodía y así hallar el ángulo de inclinación.
Llegó al número de 7,2 grados, es decir, la circunferencia total (360º) dividido por 50. De esta manera, haciendo la triangulación matemática que ya era conocida, bastaba multiplicar la distancia entre las dos ciudades por 50 para llegar al tamaño total de la Tierra.
Eratóstenes llegó al valor equivalente a 39.750 kilómetros, muy cerca de lo que se conoce hoy: la circunferencia de la Tierra mide 40.075 kilómetros.
“Eratóstenes también calculó con gran precisión el radio terrestre, llegando a una medida de 6.366 kilómetros”, dice Esteves. “Actualmente, se sabe que esta medida es de 6.371 kilómetros”.
Quién fue
Eratóstenes fue un sabio de la antigua Grecia. Y ser sabio en ese momento significaba acumular conocimientos que ahora se distribuyen en diferentes áreas. Así, aunque normalmente clasificado como filósofo, no dejaba de ser matemático, gramático, poeta, geógrafo, bibliotecario y astrónomo.
Nació en Cirene, una ciudad del norte de África, en la actual Libia, que en ese momento formaba parte del mundo griego.
“La Grecia antigua no era un solo país, sino un conjunto de ciudades-estado”, explica el geógrafo Eliseu Savério Sposito, profesor e investigador de la Universidad Estadual Paulista (Unesp). “Las ciudades eran independientes entre sí, pero guardaban costumbres en común”.
Esto significaba, ejemplifica la docente, que establecían redes de contacto y mantenían prácticas similares de religiosidad, lenguaje, arte y modelos políticos.
Según registros antiguos, Eratóstenes fue llevado a Atenas cuando era joven para estudiar con los principales filósofos de su época. Allí terminó llamando la atención por sus capacidades.
Más tarde, el soberano de Egipto, Ptolomeo III Evergetes (280 a.C.-221 a.C.), ordenó llevarlo a Alejandría. Inicialmente, su misión era ser el maestro del hijo del poderoso Ptolomeo.
Pero, tiempo después, Eratóstenes asumió un cargo que debería hacer brillar los ojos de cualquier intelectual de la época: se convirtió en bibliotecario y director de la Biblioteca de Alejandría, el gran depositario del conocimiento griego antiguo.
Fue en este puesto donde tuvo la idea del experimento que lo consagraría. Pero esta no fue su única contribución al conocimiento universal.
También es considerado el fundador de la geografía, como área del conocimiento humano. Esto se debe a que publicó una obra llamada “Geográfica”, en la que acuñó su propio vocabulario para los términos del campo.
Para Eratóstenes, el título de primer geógrafo debe conferirse al poeta Homero (928 a.C.-898 a.C.), debido a que elaboró una serie de descripciones climáticas y topológicas.
Escrita en tres volúmenes, extractos de “Geográfica” fueron citados por varios estudiosos en los siglos siguientes, como el naturalista romano Cayo Plinio II (23-79), más conocido como Plinio el Viejo.
“Geográfica” acabó perdiéndose con el tiempo y, a día de hoy, solo se conocen 155 fragmentos de la obra, precisamente por estas citas en otras obras.
Tierra plana vs. Tierra redonda
Para los investigadores contemporáneos, sin embargo, un punto relevante del descubrimiento de Eratóstenes es que ilustra que la noción de una Tierra esférica ya estaba vigente.
Después de todo, para que alguien pensara en medir la circunferencia del planeta, primero era necesario partir del entendimiento de que había una circunferencia que medir.
“Sin duda, la actuación de Eratóstenes demuestra que, desde la antigüedad, ya existía la noción de que la Tierra es redonda”, comenta el historiador Vítor Soares, que presenta el podcast História em Meia Hora (“Historia en media hora”).
“Esta pregunta es interesante porque, en ella, tenemos tanto una pregunta filosófica como una pregunta matemática”. Después de todo, para lograr su propósito, el sabio de la antigüedad utilizó un método trigonométrico.
“Desde los griegos se sabe que la Tierra es redonda”, dice Sposito. “A medida que los griegos desarrollaron la astronomía, una rama de las matemáticas, crearon modelos tridimensionales para explicar el movimiento aparente de los planetas. Esto todavía era en el siglo IV a.C.”.
El geógrafo cita varios nombres además de Eratóstenes.
El filósofo y astrónomo Heráclides del Ponto (390 a.C.-310 a.C.) planteó que la Tierra giraba alrededor de su propio eje. El astrónomo y matemático Aristarco de Samos (310 a.C.-230 a.C.) presentó la teoría del sistema heliocéntrico, con la Tierra girando alrededor del Sol.
“La cosmología desarrollada en la antigua Grecia tiene importantes pensadores que produjeron evidencias del modelo esférico de la Tierra que conocemos hoy”, comenta el geógrafo Esteves.
“Si bien el modelo de la Tierra plana fue utilizado por algunas civilizaciones antiguas, fue a partir de la cosmología griega que el modelo de la Tierra esférica se expandió a otras regiones, especialmente por la influencia de pensadores como Pitágoras, Aristóteles, Ptolomeo y Eratóstenes”.
En este sentido, Eratóstenes hizo ciencia de la misma manera que se sigue haciendo ciencia hoy: avanzó apoyándose en la investigación que habían hecho antes sus pares. En su caso, a través de un experimento concreto.
“Tiene la función de probar empíricamente una noción que ya había sido previamente establecida por otros pensadores griegos”, destaca el geógrafo Claudio Eduardo de Castro, profesor e investigador de la Universidad Estadual de Maranhão (Uema).
“Además, casi al mismo tiempo, en la dinastía Han de China hay mapas a una escala de 1:90.000 que traen una cuadrícula de ubicación ortogonal”.
Según Castro, “gracias a nuestro desconocimiento de la cartografía oriental y, a pesar de ello, podemos preguntarnos si el avance del conocimiento sobre la Tierra en Occidente se basó en el conocimiento de Oriente, que tanto utilizó esta cartografía en sus viajes a Europa”.
O incluso, “si la cartografía de la Tierra esférica, occidental, fue rápidamente absorbida y practicada en oriente”.
Para el historiador Soares, este debate entre Tierra plana y Tierra redonda “es interesante porque básicamente es una disputa sobre narrativas“, ya que el conocimiento científico al respecto es sumamente antiguo.
“Mucha gente cree que, durante la Edad Media, la Iglesia propagó la idea de que la Tierra era plana o algo parecido. Sin embargo, esto es un mito”, defiende.
“Podemos probar esto usando las artes. Si miras diferentes pinturas que representan figuras religiosas o incluso miembros de la Iglesia, hay imágenes de ellos con un globo terráqueo en sus manos, simbolizando el mundo”.
Guionista del podcast História em Meia Hora, el profesor de Historia Victor Alexandre cita el libro de la historiadora de la ciencia Christine Garwood Flat Earth: The History of an Infamous Idea (“Tierra plana: la historia de una tristemente célebre idea”) para contextualizar que, durante los siglos XVIII y XIX, surgieron filósofos y pensadores que se interesaron en “manchar” la imagen de la Edad Media, buscando poner en valor tanto la Antigüedad Clásica como la Época Moderna.
“Como parte de este intento de señalar que el período medieval fue de tinieblas, estos pensadores insertaron la idea de que en ese período se creía que la Tierra era plana”, dice Alexandre.
“El objetivo era reforzar la noción de que la modernidad fue un período de rescate cultural y científico“.
Evidentemente, los terraplanistas, si aún existen hoy, también existieron tanto en la antigüedad como en la época medieval.
El historiador Soares cita al pensador, enciclopedista —y luego considerado santo por la Iglesia católica— Isidoro de Sevilla (560-636). “Pero estos pensadores eran una minoría en relación al consenso que había”, subraya Soares.
“El problema es tomar estos casos aislados y transportarlos a un período completo. Incluso en la era moderna, cualquier teoría de la Tierra plana se vino abajo cuando los primeros navegantes lograron navegar alrededor de la Tierra”.
Mapas planos
Evidentemente, si aún hoy el conocimiento científico no es plenamente accesible, en las sociedades más antiguas ese conocimiento terminó siendo privilegio de una minoría, de una élite intelectual.
“Sabemos que las sociedades antiguas en general estaban profundamente estratificadas y que el acceso al conocimiento y a la formación académica eran derechos restringidos a una porción menor”, recuerda el geógrafo Esteves.
“En los espacios donde circuló el conocimiento producido por los pensadores griegos, la idea de la esfericidad de la Tierra se volvió dominante. Además, los fundamentos científicos presentados por estos pensadores se convirtieron en una referencia importante para los científicos en los siguientes períodos”, enfatiza.
El geógrafo Castro señala que el mundo de la antigüedad aún estaba “muy ligado al trabajo cotidiano del campo, en el que las necesidades impuestas estaban ligadas a los ciclos de la naturaleza, a los lugares susceptibles de practicar, rudimentariamente, la agricultura y la ganadería, el extractivismo y las guerras por estos recursos”.
“En ese contexto, que era casi universal en las sociedades de cualquier tamaño de la época, caminar por el territorio le hacía creer en la planitud de la Tierra y, de paso, esto se restringía a lo que él vivía”, define.
“En este mundo antiguo, la cartografía, herramienta indispensable para la práctica de la localización, cumplía exactamente este papel: trazar direcciones en mapas, lugares esenciales para los objetivos de las funciones vitales del vivir”.
El planeta es esférico, por supuesto. Pero, después de todo, el mapa siempre ha sido plano.
“Parte de esta cartografía puede llegar hasta nuestros días a través de los registros mesopotámicos de los pueblos sumerios, asirios, babilónicos, pero no podemos dejar de destacar a los orientales que, posiblemente incluso antes que occidente e influyendo en este, utilizaron una cartografía precisa ya con la intención de delimitar fronteras, sitios de conservación de agua y fines militares”, dice Castro.
“Lamentablemente, casi toda esta cartografía se perdió, primero porque era de uso común y porque estaba hecha sobre bases frágiles, como la arcilla”.
Para el geógrafo, todo lleva a creer que, a juzgar por el experimento de Eratóstenes y todo el contexto de la época, “el mundo antiguo sabía de esta esfericidad”, pero ese conocimiento estaba restringido a pequeños grupos.
“Y que ese conocimiento tenía poco efecto en la vida cotidiana de las sociedades, ya que servía de poco para ganarse la vida. Para eso bastaba la cartografía de una Tierra plana”, agrega.
El profesor de Historia Victor Alexandre señala que el debate actual buscado por los terraplanistas “está marcado por una gran negación del consenso científico”, en narrativas a menudo alimentadas “por el funcionamiento de las redes sociales”.
“A través de internet, las personas que creen que la Tierra es plana pueden conectarse y establecer relaciones afectivas que superan cualquier verdad científica”, explica.
“Con eso, creo que para convencer a alguien de que la Tierra en realidad es esférica, será necesario hacer una toma de conciencia, un esfuerzo por establecer una relación cercana con estas personas, por mucho que hacer bromas pueda ser lo más divertido del momento”, defiende.
Imágenes e información brindadas por https://www.bbc.com/mundo