Las rayas son organismos que pueden ser relevantes para comprender la evolución de los rasgos que nos hicieron humanos. Un equipo científico ha logrado ahora secuenciar el genoma de «Leucoraja erinacea», una pequeña raya, revelando el mecanismo genético que hay detrás de «la icónica» forma de sus aletas.
Su descripción se publica en la revista Nature en un artículo que firman, entre otros, investigadores de la Universidad Rutgers en Estados Unidos, del Max Delbrück Center en Berlin, del Centro Andaluz de Biología del Desarrollo en Sevilla y del Instituto de Investigaciones Biomédicas de Barcelona, ambos del CSIC.
Los genetistas han llevado a cabo la secuenciación más exhaustiva hasta la fecha del ADN de la raya pequeña que, al igual que otros tipos de rayas, «ha sido considerada durante mucho tiempo enigmática por su forma», señala un comunicado de Rutgers.
El estudio de los entresijos del genoma de «Leucoraja erinacea» ha permitido a los investigadores comprender mucho mejor cómo evolucionó este pez a partir de su antepasado, que poseía un cuerpo mucho más estrecho, a lo largo de un perÍodo de 300 millones de años hasta convertirse en un animal plano y alado que vive en el fondo del mar.
«Sabemos que los animales con columna vertebral y esqueleto -los vertebrados-, incluidos los peces, poseen una gran variedad de formas corporales, pero entendemos poco sobre los procesos subyacentes controlados por los genes», afirma Tetsuya Nakamura, de Rutgers y autor del estudio.
En esta investigación «hemos identificado los mecanismos genéticos que crean las características únicas del cuerpo de la raya», resume Nakamura, quien añade: «Si llegamos a comprender cómo evolucionó una raya, quizá nos dé pistas sobre cómo desarrollaron sus formas otros vertebrados».
Las rayas pequeñas son una especie de raya del Océano Atlántico que mide entre 40 y 50 centímetros de largo, con una forma única y unas aletas que les permiten una rápida propulsión hacia delante.
También las utilizan para recoger y arrojar arena sobre ellas y ocultarse de los depredadores, cubriéndolo todo excepto los ojos.
En su análisis, los investigadores hallaron, por ejemplo, «un potenciador específico de las aletas» para los genes llamados «Hox», que, según otras investigaciones, intervienen en el diseño del cuerpo de un animal desde la cabeza hasta la cola.
Estos genes son esenciales para la formación de las extremidades y en el caso de la raya pequeña, el equipo científico constató que eran indispensables para la evolución de sus anchas aletas.
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