Sin agua caliente, nada funciona en un hotel de Brandeburgo que tiene baños termales con varias piscinas, en parte temperadas a “32 agradables grados”, como dice la publicidad. En vista de los altos precios de la energía, esto se está convirtiendo en un problema cada vez mayor. “Nuestros costos de energía y calefacción aumentan drásticamente”, dice el director del hotel, Matrin Wenzel. “Eso provocará pérdidas, ya que no podemos traspasar en esa medida los costos a nuestros huéspedes”, explica.
Creciente presión
Lo mismo les ocurre a muchas empresas dedicadas al turismo en Alemania. “La explosión de los costos de la energía causa crecientes problemas de subsistencia en el campo de la hotelería y la gastronomía”, indicó Patrick Rothkopf, presidente de la comisión federal de energía, medio ambiente y sostenibilidad de la Asociación de Hoteles y Restaurantes de Alemania (DEHOGA), en una declaración de prensa. Agregó que los empresarios tienen además miedo de interrupciones en el suministro. Por ahora, solo existe la obligación de apagar la iluminación exterior y los avisos luminosos a las 22 horas.
Por lo menos, el Gobierno no ha dictado órdenes de ahorro para ese sector. La ordenanza de ahorro de energía, que entró en vigor a comienzos de septiembre, contempla que los edificios públicos, entre los cuales se cuentan los museos, puedan calefaccionarse a un máximo de 19 grados, pero eso no afecta a hoteles y establecimientos gastronómicos.
Pero los efectos de la crisis energética ya se pueden percibir en el sector del turismo. Por ejemplo, la ciudad de Hamburgo apagó dos meses antes de lo acostumbrado una de sus principales atracciones: la fuente del río Alster. El castillo de Neuschwanstein ya no se ilumina de noche, como tampoco la catedral de Colonia ni el edificio del Reichstag, en Berlín. También se ha cancelado un espectáculo de instalaciones lumínicas en la ciudad de Rostock.
Las vacaciones saldrán más caras
Los turistas también tendrán que contar con que los precios suban. Por lo menos eso es lo que prevé la Federación Alemana de Turismo. “Los aumentos de precios se reflejarán también en la oferta turística y en los precios de los restaurantes”, dice su portavoz, Huberta Sasse. No puede ser de otro modo, porque habrá que cubrir los costos, dice. Pero recuerda que, dado que el consumo de energía es un factor relevante en el sector del turismo, en los años pasados ya se invirtió mucho dinero en la eficiencia energética.
Por otra parte, al encarecimiento de la energía se suman los precios cada vez más altos de los alimentos y los aumentos de los costos de personal. Algunos hoteles se ven obligados a reducir los horarios de apertura de sus restaurantes o a ofrecer sus servicios solo a sus huéspedes. Sin embargo, los cierres de estos establecimientos son una excepción.
Especialmente afectados se ven los establecimientos de spa. Muchos empresarios del ramo analizan formas de reducir su gasto de energía, para no tener que cerrar sus locales. Por ejemplo, se piensa en limitar los tiempos de apertura o en mantener más baja a calefacción. “Pero ¿quién va a una sauna que no ofrece el suficiente calor?”, se pregunta Lutz Hertel, un empresario del sector.
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