El ma­yor te­les­co­pio del mun­do cum­ple 10 años des­ve­lan­do se­cre­tos del uni­ver­so

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ACOMPAÑA CRÓNICA: CHILE ASTRONOMÍA***AME1992. SAN PEDRO DE ATACAMA (CHILE), 13/03/2023.- Vista de las antenas del Parque Astronómico del Llano de Chajnantor en el Atacama Large Millimeter/submillimeter Array (ALMA), el 13 de enero 2023 en San Pedro de Atacama (Chile). El radiotelescopio ALMA, el más grande del mundo y situado a 5.000 metros de altura en el Desierto de Atacama, cumple 10 años de vida, un tiempo en el que ha desvelado numerosos secretos del cielo, como la primera fotografía de un agujero negro. EFE/ Rodrigo Sáez

El ra­dio­te­les­co­pio ALMA, el más gran­de del mun­do y si­tua­do a 5.000 me­tros de al­ti­tud en el De­sier­to de Ata­ca­ma (Chi­le), cum­ple diez años de vida, un tiem­po en el que ha des­ve­la­do nu­me­ro­sos se­cre­tos del cie­lo, como la pri­me­ra fo­to­gra­fía de un agu­je­ro ne­gro.

En un al­ti­plano ári­do de co­lo­res ma­rro­nes, ro­dea­dos de pi­cos ro­co­sos, de­ce­nas de gi­gan­tes me­tá­li­cos blan­cos rom­pen el pai­sa­je y mue­ven sus enor­mes ca­be­zas cir­cu­la­res ha­cia dis­tin­tas di­rec­cio­nes en el cie­lo: son las 66 an­te­nas del Ata­ca­ma Lar­ge Mi­lli­me­ter/​sub­mi­lli­me­ter Array (ALMA) que con­for­man el te­les­co­pio más an­cho del mun­do.

En su pri­me­ra dé­ca­da de ob­ser­va­cio­nes, ALMA ha avan­za­do, por ejem­plo, en el co­no­ci­mien­to so­bre la crea­ción de nue­vos pla­ne­tas, el origen de la vida en otros pun­tos del uni­ver­so o los agu­je­ros ne­gros su­per­ma­si­vos.

«Las an­te­nas las po­de­mos ubi­car en dis­tin­tas po­si­cio­nes, de for­ma que po­da­mos am­pliar el te­les­co­pio o ha­cer­lo más com­pac­to según las necesidades científicas. Si las ale­ja­mos las unas de las otras, ob­te­ne­mos más de­ta­lle, pero me­nos am­pli­tud en la ima­gen, y vi­ce­ver­sa, como con un zoom de una cá­ma­ra», ex­pli­có a EFE el coor­di­na­dor de co­mu­ni­ca­cio­nes del ob­ser­va­to­rio, Ni­co­lás Lira.

Las se­ña­les de las an­te­nas que com­po­nen ALMA se juntan a través de un supercomputador, que apli­ca mo­de­los ma­te­má­ti­cos para ob­te­ner una úni­ca ima­gen com­bi­na­da de to­das ellas.

Descubrimientos históricos

ALMA es po­si­ble gra­cias al tra­ba­jo con­jun­to de una vein­te­na de paí­ses -en­tre ellos Es­ta­dos Uni­dos, Eu­ro­pa, Ja­pón o Chi­le-, una co­la­bo­ra­ción que tam­bién se da en­tre varios grandes observatorios si­tua­dos en dis­tin­tos pun­tos del pla­ne­ta y que hace po­si­ble lle­gar a des­cu­bri­mien­tos as­tro­nó­mi­cos sin­gu­la­res.

«A me­nu­do, ALMA trabaja con otros observatorios a lo largo y ancho del planeta, co­nec­tan­do sus se­ña­les para crear un enor­me te­les­co­pio del ta­ma­ño de la Tie­rra«, de­ta­lló  la jefa del de­par­ta­men­to de Cien­cia de ALMA, Eli­za­beth Humph­reys.

Así se con­si­guió, por ejem­plo, la pri­me­ra fo­to­gra­fía nun­ca an­tes he­cha de un agu­je­ro ne­gro, jun­tan­do las se­ña­les de dis­tin­tos ob­ser­va­to­rios del pla­ne­ta y crean­do el equi­va­len­te a un te­les­co­pio de mi­les de ki­ló­me­tros de diá­me­tro mediante la misma técnica con la que ALMA combina las señales de sus antenas, co­no­ci­da como in­ter­fe­ro­me­tría.

Ob­ser­var un agu­je­ro ne­gro des­de la Tie­rra «es equi­va­len­te a mi­rar des­de Es­pa­ña el ho­yi­to de un bo­lí­gra­fo con­ven­cio­nal si­tua­do en Chi­le», re­mar­có a EFE uno de los as­tró­no­mos de ALMA, Hugo Messias.

«Sin la co­la­bo­ra­ción in­ter­na­cio­nal ha­bría sido imposible lograr ese hito«, aña­dió.

La química de la vida

ALMA fue una revolución para la astronomía de hace una dé­ca­da, pero la co­mu­ni­dad cien­tí­fi­ca ya tra­ba­ja en ma­yo­res te­les­co­pios que ex­pan­dan las fron­te­ras del co­no­ci­mien­to que el mis­mo ob­ser­va­to­rio chi­leno pudo tras­pa­sar.

«La cien­cia no es blan­co o ne­gro, sino que avan­za gra­ni­to a gra­ni­to. Siem­pre hay algo más allá de lo que sa­be­mos, y la cu­rio­si­dad hu­ma­na es prác­ti­ca­men­te in­fi­ni­ta. Con ALMA no se acaba la curiosidad humana», ex­pre­só Lira.

No obs­tan­te, ALMA pre­pa­ra una re­no­va­ción pro­fun­da de sus sis­te­mas para 2030: subs­ti­tui­rá su su­per­or­de­na­dor y va­rios com­po­nen­tes de sus an­te­nas, para agilizar el tra­ba­jo del ob­ser­va­to­rio y au­men­tar la ni­ti­dez de los da­tos que con­si­gue.

Uno de los pun­tos fuer­tes del ob­ser­va­to­rio chi­leno es su capacidad para captar componentes químicos en el universo, in­for­mó Humph­reys, y las me­jo­ras en la ma­qui­na­ria au­men­ta­rán esa po­ten­cia­li­dad.

«Lo que que­re­mos en­con­trar es más in­for­ma­ción so­bre la quí­mi­ca de la vida, so­bre cuál de los sis­te­mas que ve­mos en el es­pa­cio pueden tener alguna forma de vida«, anun­ció la cien­tí­fi­ca.

Pero la cien­cia, si por algo se ca­rac­te­ri­za, es por aden­tra­se en lo des­co­no­ci­do: «¿Qué quie­ro que en­cuen­tre ALMA en los pró­xi­mos años? Yo busco sorpresas. Re­co­pi­la­mos da­tos de mu­chos pro­yec­tos, y a ve­ces no sa­be­mos qué sal­drá de ellos. Amo las sor­pre­sas, cuan­do des­cu­bres algo que nun­ca ha­brías ima­gino. Eso -con­clu­yó Humph­reys- es lo que quiero de ALMA en un futuro«.

Imágenes e información brindadas por https://noticiasncc.com/

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