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“Sectores enteros de la minería ilegal, el comercio de madera o la eliminación de residuos han sido tomados por carteles mafiosos”, afirma Sasa Braun, investigador criminal alemán de Interpol, en entrevista con DW.
Los delitos contra el medio ambiente son variados: el vertido o emisión ilegal de sustancias en agua, suelo y aire, el comercio ilegal de fauna y flora silvestres, la tala ilegal y los desechos. Ninguna zona de la naturaleza parece segura.
Según cifras del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente de 2016, solo el mercado ilegal de residuos tiene unos márgenes de beneficio de entre 10.000 y 12.000 millones de dólares estadounidenses al año. Esto se debe a que se ahorran los costos de la eliminación adecuada y no se pagan los permisos correspondientes. Esas ganancias que se han vuelto más interesantes para la mafia que los del negocio de la droga.
Tala ilegal llega hasta el 30% del sector maderero
La madera tropical curada para yates, por ejemplo, es escasa, y la demanda para la construcción es enorme. Katharina Lang, encargada de delitos forestales de la oficina alemana del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), denuncia que los consumidores no pueden estar seguros de que la madera de cualquier producto no ha sido talada ilegalmente. Según el Centro Tecnológico (VDI), la tala ilegal representa hasta el 30% del sector forestal. En los países productores tropicales más importantes, llega incluso al 90%.
La ley alemana sobre el comercio de la madera, que prevé un certificado de origen, quiso poner fin a esta situación. Pero con esa etiqueta a menudo se cometen fraudes. La WWF ha podido demostrarlo en repetidas ocasiones, subraya Lang, entrevistada por DW. La supuesta “ganga” resulta ser madera de desecho de baja calidad, pero es declarada como madera de Bangkirai procedente de Vietnam.
Por ello, WWF Alemania está impulsando el método de los isótopos. Se trata de una especie de huella genética de la madera. Con ella, la organización puede dar pistas importantes a las autoridades. Para el investigador de Sasa Braun, que trabaja desde hace 28 años en el área de criminalidad medioambiental, la cooperación con las oenegés es vital. Pero en muchos países sus actividades son vistas como un peligro. Especialmente en aquellos donde la corrupción domina todos los niveles, y cuyas autoridades están a su vez involucradas en redes criminales.
Medioambiente en tercer lugar de delitos tras drogas y piratería de productos
Según Europol, los delitos contra el medio ambiente generan cada año entre 110.000 y 280.000 millones de dólares de beneficios ilegales. Los delitos contra el medio ambiente son ya el tercer delito mundial, después del tráfico de drogas y la piratería de productos.
“Muchos delitos medioambientales solo se descubren cuando se llevan a cabo controles deliberados y específicos”, critica ante DW Martin Klose, director del Programa de Vida Silvestre del WWF.
A Sasa Braun le gustaría que se dispusiera de las mismas medidas de investigación para los delitos medioambientales que para otros delitos graves: investigaciones encubiertas, escuchas telefónicas, seguimiento con GPS y observación. Esta es la única manera de hacer frente a la delincuencia medioambiental organizada.
“Las ganancias obtenidas de un delito penal medioambiental deberían ser confiscadas sistemáticamente. Eso golpea más a los culpables que el propio castigo”, dice, por su parte, a DW Stephan Sina, abogado especializado en derecho medioambiental. La Unión Europea quiere adoptar el nuevo derecho penal medioambiental del bloque para mediados de 2023.
Sasa Braun resume que, lamentablemente, “los delitos medioambientales se siguen viendo como un delito menor, y no como un crimen contra nuestro futuro”.