Hay miradas que no necesitan palabras. Un ronroneo basta para llenar de calma una habitación. Los gatos, esos compañeros sigilosos que caminan entre sombras y luces, también han dejado su huella en el mundo del cine y la televisión, recordándonos que hasta el más pequeño gesto puede tener un gran significado.
Cada 29 de octubre celebramos el Día Internacional del Gato, una fecha creada por el Fondo Internacional para el Bienestar Animal (IFAW) en 2002. Su propósito va más allá de un simple homenaje: busca recordarnos la importancia de cuidar, proteger y adoptar a estos seres que, sin pedirlo, se vuelven parte de nuestra historia.
Dicen que los perros son los mejores amigos del hombre, pero los gatos… los gatos son los guardianes del alma. Ellos no se imponen, se ganan el cariño a su manera, con independencia, elegancia y un misterio que los hace únicos.
El cine lo ha entendido bien. Ahí están Jonesy, el valiente compañero en Alien; Church, el inquietante gato de Cementerio de Mascotas; o Crookshanks, el fiel aliado de Hermione en Harry Potter. También Garfield, perezoso pero adorable; Tom, eterno soñador y enemigo de Jerry; o Salem, el gato parlante que nos enseñó que incluso los hechizos pueden tener humor.
Detrás de cada personaje animado o felino de película hay una raza real, pero más allá de eso, hay una esencia compartida: la de quienes nos acompañan sin ruido, sin exigencias, solo con presencia.
Hoy, en su día, vale la pena detenerse un momento a agradecerles. Por sus madrugadas de maullidos, por sus juegos con nada, por sus siestas infinitas al sol. Porque en cada gato vive una historia, un universo diminuto lleno de amor, misterio y ternura.
Adoptar uno no es solo darle hogar a un animal: es dejar que entre a tu vida un pequeño maestro de la calma.





