En la disputa comercial con EE. UU., Pekín recurre a tácticas duras y a nuevos socios comerciales, con cada vez mayor autoconfianza . Una mirada al continuo alejamiento de China de Estados Unidos.
La imagen de una bolsa con la bandera de Estados Unidos y la frase “Made in China” acompañándola refleja el sentimiento de muchos seguidores del presidente Donald Trump. Si la bandera nacional de Estados Unidos se fabrica en China, como sugiere la imagen, entonces algo anda mal. Por eso llaman a los “patriotas” a boicotear los productos chinos.
Pero, ¿puede permitírselo Estados Unidos? ¿El intercambio comercial entre tierras raras y teléfonos inteligentes fabricados en China y la soja y los chips producidos en Estados Unidos pronto será cosa del pasado?

La interdependencia continúa
La respuesta es “no”, especialmente para Estados Unidos. “La interdependencia de ambas partes sigue siendo bastante alta”, explica a DW el experto en China Scott Kennedy, del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS).
“A pesar de los diversos riesgos económicos y de seguridad, ambas partes siguen beneficiándose considerablemente de las relaciones comerciales”.
Sin embargo, estas son todo menos equilibradas. En los últimos diez años, el déficit comercial con China denunciado por Estados Unidos aumentó de 295.000 millones de dólares estadounidenses a 382.000 millones. En 2024, China exportó a Estados Unidos mercancías y bienes por valor de unos 526.000 millones de dólares estadounidenses, más del triple que a la inversa.
Un vistazo a las estadísticas muestra que los productos chinos forman parte de la vida cotidiana estadounidense. De los 526.000 millones de dólares estadounidenses en importaciones chinas, 127.000 millones corresponden solo a teléfonos inteligentes y computadoras. Por lo tanto, el aumento de los aranceles afectaría a todos los clientes de Estados Unidos.
Respuesta desde Pekín
Los aranceles punitivos de Trump causan malestar en Pekín. Sin embargo, a diferencia de Europa u otras regiones, China se muestra segura de sí misma. Pekín anunció que “luchará hasta el final”.
“Amenazar con aranceles elevados no es la forma correcta de negociar con China”, se afirma en una declaración oficial de China del 13 de octubre de 2025. Pekín ya reaccionó y ha impuesto aranceles de represalia y restricciones a la exportación, entre otras cosas, de tierras raras. En el caso de estos minerales críticos, que se utilizan en la fabricación de automóviles eléctricos, teléfonos inteligentes, semiconductores, turbinas y en la industria militar, Estados Unidos depende en más de un 90 % de las importaciones, de las cuales más del 80 % proceden de China.