La importancia de la nieve y las consecuencias de su escasez

Europa vive un invierno con poca nieve, y las consecuencias las sufren no solo los deportes de invierno. Si la falta de agua de deshielo se prolonga, la navegación, la agricultura y el suministro eléctrico se resienten

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En Alemania, Francia, Austria, o la República Checa, la temporada de esquí está en peligro. En muchos lugares, hace demasiado calor para que se dé el blanco fenómeno metereológico: en lugar de nieve, cae lluvia. Y ese es un problema que tiene grandes consecuencias.

“En el ciclo hidrológico, la nieve juega un papel importante, porque retiene el agua durante cierto tiempo. El agua contenida en la nieve no fluye directamente, sino que lo hace en verano o primavera”, explica Daniel Farinotti, catedrático de Glaciología de la Escuela Politécnica Federal (ETH) de Zúrich y del Instituto Federal Suizo de Investigación Forestal, de la Nieve y del Paisaje (WSL).

Solo cuando la nieve se descongela, el agua de deshielo se libera gradualmente en el medio ambiente, llegando a lagos y ríos y a las aguas subterráneas. Sin la función amortiguadora de la nieve, esta agua falta más adelante, en los meses venideros. Los ríos, que suelen alimentarse del deshielo, tienen niveles más bajos.

Navegación y suministro eléctrico

El agua de deshielo es crucial como reserva hídrica para los meses con menos precipitaciones, en verano y otoño. Pero “el deshielo de los glaciares y la disminución de la nieve podrían agravar en el futuro las situaciones de estiaje en el Rin desde Basilea hasta el mar del Norte”, afirma un estudio de la Comisión Hidrológica Internacional de la Cuenca del Rin (CHR), una asociación de organizaciones científicas de los estados ribereños junto a los que discurre el famoso río europeo. Es cierto que los modelos climáticos predicen que en el futuro lloverá más en invierno, pero el estudio augura que la lluvia, probablemente, no podrá compensar la falta de agua de deshielo.

Las crecientes repercusiones del estiaje en verano son considerables y afectan a todos los que utilizan el agua a lo largo del Rin. El estudio prosigue aventurando que el transporte de mercancías por el Rin podría verse perjudicado durante una media de más de dos meses al año hacia finales de siglo. Las centrales eléctricas podrían producir menos electricidad y los proveedores de agua potable, así como la agricultura, tendrían que prepararse para una escasez de agua más frecuente. Esto se debe a que las plantas tienen una gran demanda de agua en veranos secos y calurosos.

Cuencas de retención y conservación del agua

Para volver a disponer de más agua, que probablemente faltará cada vez con más frecuencia debido a la falta de deshielo en primavera y verano, se necesitarían embalses artificiales adicionales para almacenar las precipitaciones del invierno, afirma Marc Zebisch, climatólogo de Eurac Research, un centro de investigación interdisciplinar con sede en Tirol del Sur. Sin embargo, se trata siempre de una intervención en la naturaleza y, sobre todo en las montañas, el espacio para estas balsas de retención es limitado.

Robert Steiger, geógrafo e investigador turístico del Instituto de Finanzas de la Universidad de Innsbruck, subraya que también hay que tener en cuenta lo que aún puede cultivarse en el futuro. “En el valle del Po (Italia), por ejemplo, nos planteamos cultivar mucho menos arroz porque este requiere de mucha agua”, explica Steiger, de la organización ecologista Protect our Winters (POW).

Es más, “si en invierno llueve más en lugar de nevar, hay riesgo de desprendimientos”, agrega Steiger. Especialmente cuando coinciden el deshielo y las fuertes lluvias.

Menos radiación solar

La nieve blanca también refleja la luz del sol. Sin ella, los suelos se calientan más rápido y se vuelven más secos. La lluvia también se escurre más rápido en suelos secos en lugar de filtrarse. Y los suelos secos también pueden aumentar el riesgo de incendios en las paredes: “Un entorno más seco es más inflamable”, afirma Daniel Farinotti.

“La nieve es un filtro solar de la Tierra, protege contra el calentamiento”, dice Zebisch. Desde una perspectiva global, son especialmente importantes las regiones polares, es decir, el hielo marino, pero también las grandes zonas nevadas de la tundra, por ejemplo en el norte de Escandinavia o en Siberia.

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