Recompensada con el Nobel de Medicina este lunes, la paleogenética es una ciencia reciente, cuyo objetivo es reconstituir el genoma de los hombres prehistóricos para contribuir a la investigación de las sociedades actuales.
El investigador sueco Svante Pääbo, que recibió el premio, es un especialista en la palegenómica. Esta rama se encarga de rastrear el ADN de nuestros ancestros.
Uno de los grandes descubrimientos de Pääbo fue averiguar que compartimos cerca del 2% de nuestros genes con el hombre de Neandertal.
«Darle un premio Nobel de Medicina está totalmente justificado» explicó la paleogenetista, Eva-Maria Geigl.
«No hay que olvidar que el objetivo de la medicina es mantener en buen estado de salud a los seres humanos, y que para ello hay que comprender su biología«, añade esta experta.
Pääbo y un equipo de investigadores anunciaron en 2020 la presencia de una porción particular de ADN, heredada del hombre de Neandertal, entre los enfermos más graves de covid-19.
Esos resultados eran muy importantes, ya que podrían explicar por ejemplo, por qué la pandemia causó tantas víctimas en la parte sur de Asia. Esto a causa de que esa porción de ADN está muy presente en las poblaciones locales.
El covid-19 «es tan solo un pequeño subtema secundario» en las investigaciones de Pääbo, explica Geigl.
Enlaces entre pasado y presente
Este caso es tan solo una pequeña ilustración del estatus particular de la paleogenética, ya que no tiene ningún equivalente entre las disciplinas científicas. Esto se debe a la manera particular de cómo enlaza el pasado lejano con las grandes cuestiones contemporáneas.
«Se puede comprender, por ejemplo, qué genes permitieron en el pasado adaptarse y porqué son en consecuencia importantes para nuestra salud actual», indicó Evelyne Heyer, profesora de antropología genética del Museo Nacional de Historia Natural francés.
Un ejemplo de campo que puede beneficiarse de esas investigaciones es la lucha contra la diabetes.
La paleontología nació hace unos 30 años, y a principios de los años 2000 sufrió un rudo golpe.
Numerosas publicaciones en torno a esa nueva disciplina tuvieron que ser retiradas, ya que el ADN contemporáneo había sido mezclado con pequeños rastros que fueron hallados entre humanos prehistóricos.
Ese percance obligó a Pääbo y a otros investigadores a elaborar técnicas de trabajo más seguras y avanzadas.
Los paleogenetistas superaron ese bache y ahora pueden reivindicar un corpus de publicaciones considerable sobre la reciente evolución de la humanidad. Y más allá de las cuestiones médicas, podrían aportar elementos de reflexión sobre los grandes desafíos sociales como la migración.
«Tenemos miles de genomas antiguos ya publicados, no solamente de neandertales sino de humanos más recientes», explica Heyer. «Permiten demostrar que todos tenemos ancestros migrantes, y que somos un mosaico. Es fundamental como visión de nuestra especie«.