La Tie­rra fre­na, pero todo si­gue (casi) igual

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Recien­te­men­te se ha pu­bli­ca­do un es­tu­dio en el que se dice que el nú­cleo de la Tie­rra ha sufrido un parón y que este su­ce­so tiene influencia en di­fe­ren­tes as­pec­tos del pla­ne­ta, como el cam­po mag­né­ti­co o el cli­ma.

A raíz de esta pu­bli­ca­ción, han sur­gi­do al­gu­nas vo­ces que su­gie­ren con­se­cuen­cias exa­ge­ra­das y ca­tas­tró­fi­cas. Es im­por­tan­te analizar estas noticias con una visión crítica y, sin res­tar im­por­tan­cia a la gran re­per­cu­sión de los des­cu­bri­mien­tos cien­tí­fi­cos so­bre el fun­cio­na­mien­to de nues­tro pla­ne­ta (aún con tan­tos mis­te­rios), no caer en sim­pli­ci­da­des ni dra­ma­tis­mo.

Di­cho de otra for­ma, si para on­das emi­ti­das y re­gis­tra­das en los mis­mos pun­tos de la su­per­fi­cie obtenemos resultados distintos según la época, sig­ni­fi­ca que las on­das es­tán atra­ve­san­do zo­nas dis­tin­tas del nú­cleo, es de­cir, está gi­ran­do a una ve­lo­ci­dad dis­tin­ta que la su­per­fi­cie de la Tie­rra.

Sin em­bar­go, des­de el año 2009 las on­das están tardando siempre lo mismo en cruzar el núcleo. Esto sig­ni­fi­ca que el nú­cleo aho­ra está quie­to res­pec­to a la su­per­fi­cie (gira a la mis­ma ve­lo­ci­dad). Los mis­mos re­sul­ta­dos se ob­tu­vie­ron cuan­do se am­plió el es­tu­dio a te­rre­mo­tos ge­ne­ra­dos en otros pun­tos del pla­ne­ta, res­pal­dan­do las con­clu­sio­nes an­te­rio­res.

Este li­ge­ro cam­bio en la ro­ta­ción del nú­cleo no es la pri­me­ra vez que su­ce­de. Los da­tos mues­tran otro su­ce­so si­mi­lar en la dé­ca­da de 1970. Esto su­gie­re que el fe­nó­meno se re­pi­te con una pe­rio­di­ci­dad de unas sie­te dé­ca­das.

Asociación con fenómenos geofísicos

Cu­rio­sa­men­te, esta mis­ma fre­cuen­cia apa­re­ce tam­bién en otros ob­ser­va­bles geo­fí­si­cos, como el cam­po geo­mag­né­ti­co, la duración del día o el cli­ma, lo cual su­gie­re que pue­dan es­tar re­la­cio­na­dos.

Ac­tual­men­te se pien­sa que este fe­nó­meno de va­ria­ción pe­rió­di­ca de la ro­ta­ción del nú­cleo se debe, por un lado, a la interacción electromagnética en­tre el nú­cleo in­terno y ex­terno que tien­de a ace­le­rar el nú­cleo in­terno y, por otro, al aco­pla­mien­to gra­vi­ta­to­rio con el man­to, que lo obli­ga a vol­ver a acom­pa­sar­se.

Re­su­mien­do, ¿dice el es­tu­dio que el nú­cleo se de­tu­vo en seco en el año 2009 y que va a co­men­zar a gi­rar en sen­ti­do con­tra­rio? No, so­la­men­te ha cam­bia­do su ve­lo­ci­dad en re­la­ción a la cor­te­za.

A lo lar­go de la his­to­ria, el cam­po mag­né­ti­co ya se ha in­ver­ti­do en mul­ti­tud de oca­sio­nes, ¿este fre­na­zo del nú­cleo su­gie­re una nue­va in­ver­sión in­mi­nen­te de los po­los o va pue­de des­a­pa­re­cer el cam­po mag­né­ti­co? No, el núcleo sigue girando y el campo magnético se seguirá generando.

¿Va a te­ner este fe­nó­meno im­pli­ca­cio­nes en el cli­ma? El artículo propone que podría existir alguna relación, pero que el ori­gen de las va­ria­cio­nes mul­ti­de­ca­da­les en el cli­ma aún no se co­no­ce com­ple­ta­men­te. Ade­más, no parece probable que cam­bios tan pe­que­ños en la ro­ta­ción del nú­cleo pue­dan te­ner efec­tos real­men­te apre­cia­bles.

Como po­de­mos ver, la di­ná­mi­ca de la Tie­rra es un sis­te­ma de gran com­ple­ji­dad y son mul­ti­tud de fac­to­res in­ter­co­nec­ta­dos los que de­ter­mi­nan las ca­rac­te­rís­ti­cas y la evo­lu­ción de nues­tro pla­ne­ta.

La lar­ga his­to­ria de la Tie­rra com­pa­ra­da con nues­tro es­tu­dio de ella hace que en­ten­der su evo­lu­ción sea un gran reto. Des­cu­bri­mien­tos como este son una mues­tra de los es­fuer­zos de la cien­cia para com­pren­der cada vez más cómo fun­cio­na el pla­ne­ta don­de vi­vi­mos.

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