Un grupo de mujeres resilientes y con una historia que contar
Culiacán, Sinaloa | En una pequeña sala donde el eco de las castañuelas se mezcla con risas, abrazos y miradas llenas de vida, se reúne dos veces por semana un grupo de mujeres que comparten algo más que un diagnóstico: la experiencia de haber vencido al cáncer de mama.
Latidos Rosas donde cada encuentro, cada clase, es una celebración de la vida. A través del arte de tocar castañuelas, un instrumento tradicional español, estas mujeres no solo ejercitan su cuerpo, sino que también sanan emociones, fortalecen su espíritu y vuelven a creer en el futuro.
La idea nació de Susy Medina, sobreviviente de cáncer y actual maestra del grupo. Con la fuerza de quien sabe lo que es comenzar de nuevo, Susy decidió formar este espacio para otras mujeres que como ella, han enfrentado uno de los mayores retos de su vida.
Hoy, además de enseñarles a tocar, se ha convertido en un símbolo de fe, resiliencia y esperanza para todas ellas.
“Cuando yo las veo que tocan, que se ponen las castañuelas y que les empieza a gustar y le empiezan a dar pues empiezo a darme cuenta que tiene sentido o sea que si estoy que si estamos comunicando algo, que lo que yo les estoy enseñando les está gustando y eso es súper satisfactorio cuando eres maestro, yo muchos años he dado clases de fotografía y es muy padre cuando tus alumnos empiezan a tomar fotos ahora cuando yo las veo entusiasmadas tocando y luego llegaron dos y luego llegaron dos y luego llegaron más y luego ahora somos un grupo de 14. Hemos perdido dos alumnas que se fueron al cielo, porque en esta vida todo es un momento, pero eso nos ha fortalecido nos ha acercado mucho y yo creo que lo que más he ganado es a ellas grandes amigas y una nueva familia que me engrandece el corazón y este golpe que le damos a las castañuelas juntas va a retumbar y va a llegar muy lejos y va a sonar y va a llevar el mensaje que nosotros queremos”.
Más allá de mejorar la movilidad del brazo afectado tras la mastectomía, Latidos Rosas ha sido refugio emocional para ellas, un espacio donde las heridas físicas y del alma comienzan a sanar.
“Bueno a mí me ha ayudado en muchos aspectos primero que nada como terapia para mi brazo, porque me dolía, no lo podía mover para muchas cosas, me impedía hacer varias cosas y ahora con los movimientos bien a gusto y yo soy feliz en estas clases”.
“Castañuelas ha traído más que una terapia física, ha traído un grupo de amigas que han ayudado en mi proceso a resolver dudas, ellas tienen más tiempo que yo entonces muchas de mis dudas que no podía preguntarle a mi oncólogo por el hecho de ser hombre me las han resuelto ellas, entonces hemos armado un grupo muy bonito que lejos de las clases también reunimos afuera reímos lloramos, entonces somos como una red de apoyo”.
“También no tenía noción que fue que iba a ser castañuelas, yo me imaginaba otras cosas, pero pues realmente cuando vine pues encontré algo más que una terapia física igual como dicen mis compañeras que pues más que nada pues también nosotros para ayudarnos lo que es pues la terapia lo que es el brazo”.
“La terapia físicamente, pues por lo del brazo y pues me emociona mucho el día que vamos a venir porque aquí voy a ver a las compañeras y pues la pasamos bien a gusto”.
“Y yo me siento muy bendecida porque aquí pues encontramos afinidad a todas las compañeras y estamos ayudándonos en nuestro tratamiento que continúo adelante”.
Cada clase de 10:00 a 12:00 del mediodía, dos veces por semana no es solo una sesión de música, es una manifestación de fuerza colectiva.
Porque en cada latido de las castañuelas se escucha una historia de lucha y una promesa: que si hay vida después del cáncer.
Las mujeres interesadas en integrarse pueden hacerlo a través de las redes sociales del grupo.