Normalmente, consideramos las lágrimas como un fluido que sirve para mantener húmedo el ojo y transmitir sentimientos. Así, podemos llorar cuando hace mucho frío, cuando se nos mete algo en el ojo o cuando estamos muy tristes o muy alegres. También pueden faltar si padecemos el síndrome del ojo seco.
Estas son algunas de las circunstancias en las que las lágrimas nos dan información sin necesidad de analizarlas.
Sin embargo, cuando las examinamos con detalle utilizando todas las tecnologías que tenemos a nuestra disposición, como los análisis de proteínas (proteómica) o de las grasas que tienen disueltas (lipidómica), nos proporcionan importantísimos datos sobre el funcionamiento de nuestro organismo.
Incluso nos podrían ayudar a diagnosticar enfermedades de forma precoz.
Nuestro grupo de investigación, que trabaja en el sistema visual, lleva investigando las lágrimas desde hace más de 20 años. Ahora sabemos muchas cosas de ellas gracias a las técnicas antes mencionadas.
Una valiosa fuente de información
Aunque el componente fundamental de la lágrima es agua salada, contiene otras muchas sustancias disueltas; fundamentalmente, una capa grasa secretada en la base de las pestañas por las llamadas glándulas de Meibomio, que están en el interior del párpado y desembocan en la superficie ocular.
Este componente se mezcla con el acuoso, excretado por las glándulas lacrimales y, al parpadear, se organiza de tal forma que la grasa queda en la zona superficial. Eso impide la evaporación de la parte líquida.
Asimismo, la lágrima está en contacto con la superficie ocular gracias a unas moléculas denominadas mucinas, que anclan la lágrima a la córnea (la parte transparente del ojo). Precisamente, la córnea es la parte más inervada del organismo -es decir, a donde llegan más terminaciones nerviosas-, por lo que las lágrimas tienen un contacto casi directo con el sistema nervioso.
Y, por último, la conjuntiva (parte blanca del ojo) está muy vascularizada, tiene abundancia de vasos sanguíneos. Por eso, si se liberan sustancias del sistema vascular, las podemos detectar también en las lágrimas, que bañan esta parte del órgano visual.
En resumen, podríamos decir que la lágrima está en contacto con los sistemas vascular, nervioso y glandular. Una gran fuente de información, pero en un volumen muy reducido.
¿Qué es y para qué sirve un biomarcador?
Los biomarcadores son moléculas biológicas que se encuentran en la sangre u otros líquidos o tejidos del cuerpo, y su presencia avisa de si el organismo funciona normalmente o no. Por tanto, se utilizan para predecir enfermedades.
Cuanto antes tengamos información sobre la alteración de algún marcador, antes podremos corregir o curar lo que la causa.
Todos entendemos que unos niveles altos en sangre de glucosa pueden ser indicativos de diabetes; los de colesterol, de enfermedades cardiovasculares; y los de PSA, de problemas prostáticos.
Esta medición, hoy muy común, podrá realizarse en el futuro mediante métodos menos invasivos que la extracción de la sangre, como el análisis de las lágrimas.