“Realmente está en todas partes”, dice Sam Morgan, para quien ahora es difícil escapar a la obligación de dejar propina. “Vas a la carnicería, te tomas un café, un bagel para llevar… ¡En todas partes! Ahora todo vale. Por ejemplo, voy a depilarme ¡y tengo que dejar al menos 20-30 dólares de propina! Es una locura”, dice este hombre.
Como este neoyorquino, cada vez son más los estadounidenses que se quejan de esta cultura generalizada de las propinas. Algunos expertos hablan incluso de fatiga de propinas en este país donde la “propina” -dejar el 15% o el 20% sobre la cuenta- es una norma sagrada en restaurantes y cafés.
“Si comes en un restaurante, claro que debes dejar propina. Pero cuando comes para llevar, ¡es raro! La persona sólo está en la máquina, ¡yo mismo podría hacerlo en mi teléfono! No se puede decir que sea complicado”, dice una mujer.
“Me parece muy agresivo”
Esta generalización de las propinas ha aumentado desde la pandemia de Covid-19, ya que muchos establecimientos y tiendas se han equipado con máquinas electrónicas para evitar el cambio de efectivo. Máquinas que ofrecen automáticamente la opción de dejar propina, independientemente del servicio. “En cualquier sitio que tenga estas pantallas, vas a tener que dejar propina. Me parece muy agresivo”, dice un hombre.
Aunque los estadounidenses se declaran cansados, dicen comprender las dificultades a las que se enfrentan los trabajadores de los servicios, donde gran parte de su salario depende de las propinas. Algunos sugieren que es hora de reformar el sistema.
En algunos lugares, las cosas están cambiando. La capital, Washington, se sumó en noviembre a los estados que imponen un salario mínimo, incluso para los empleados con propina.
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