Los hongos, más allá de los champiñones, desempeñan un papel crucial en la naturaleza y en la vida humana, pero también pueden ser peligrosos. Estos microorganismos, que incluyen setas, levaduras y mohos, ayudan a descomponer residuos en los ecosistemas y son utilizados en la elaboración de alimentos y bebidas como quesos y cerveza. Sin embargo, algunos producen micotoxinas tóxicas, como las aflatoxinas, que pueden afectar la salud humana y animal.
La historia de estas toxinas comenzó en 1962, tras la muerte de miles de pavos en Inglaterra por envenenamiento, vinculada a la harina de cacahuate contaminada con aflatoxinas producidas por el hongo Aspergillus flavus. Estas toxinas contaminan cereales, nueces y otros alimentos, especialmente en climas tropicales, y son resistentes al calor, lo que dificulta su eliminación.
El consumo de aflatoxinas puede causar daños en el hígado, mutaciones genéticas y aumentar el riesgo de cáncer. Para reducir su ingesta, se recomienda almacenar los alimentos en lugares secos y frescos, desechar productos con moho o sabor rancio, y evitar alimentos en mal estado. Aunque en pequeñas cantidades estamos expuestos a estas toxinas, es importante tomar precauciones para evitar riesgos mayores.
Con información de agronoticias.