Profundo conocedor y defensor del pueblo inuit, se adelantó varias décadas al advertir de la necesidad de respetar a nuestro planeta. Además, fue editor de prestigiosos investigadores, como Claude Lévi-Strauss.
Jean Malaurie, géographe, explorateur du Grand Nord et éditeur, est mort https://t.co/peRIbMKwdI
— Le Monde (@lemondefr) February 5, 2024
Mariposa que regresa
También en el mundo de las letras dejó su impronta. Sus éxitos editoriales le permitieron lanzar una colección prestigiosa, “Tierra humana” (Editorial Plon), que dirigió hasta 2016, y que aún existe, divulgando autores de variadas disciplinas como la geografía, la antropología o la etnología. Además de Lévi-Strauss, vieron la luz bajo su alero obras de Margaret Mead, Theodora Kroeber, Jacques Soustelle y Pierre Clastres. Gracias a ello, y a su carisma y simpatía, Malaurie estableció relaciones con todos los grandes exploradores y antropólogos de su época.
Durante un estudio topográfico, Malaurie descubrió una base aérea secreta de Estados Unidos en el Ártico, desde donde despegaban aviones que espiaban a la Unión Soviética. El explorador abogó, toda su vida -y en vano- que ese aeropuerto fuera cerrado. En sus libros además argumentaba que había que proteger a la Madre Tierra, convirtiéndose en una adelantado en la lucha por el cuidado del medio ambiente. En su opinión el planeta
“sufre demasiado, se vengará, y se están anunciando las señales”.
Su colección de 15 mil fotografías de Alaska, Siberia y Groenlandia se encuentra en el Museo de Historia Natural de París. Su último viaje al Ártico, para despedirse del pueblo inuit, lo hizo en 1999, tras sufrir un infarto. Años más tarde expresó su deseo de que sus cenizas fueras esparcidas en ese territorio que tanto amó. En una entrevista que dio antes de cumplir 98 años dijo que, tras morir,
“quizás volveré transformado en una mariposa”.