Destaca Natalia Quezada, directora del proyecto, la relevancia postpandemia del nuevo género, del cual presentaron 10 cortometrajes en la Sala Lumiere del ISIC.
Culiacán, Sinaloa | Con un verdadero coctel de videodanzas de diferentes países, entre ellos México, la tercera jornada del 38º Festival Internacional de Danza José Limón incluyo un Coctelito de videodanza Ondulaciones, proyectadas en la Sala Lumiere del Instituto Sinaloense de Cultura, con la presencia de la dancista Natalia Quezada, impulsora de este proyecto nacido con la pandemia y que ha alcanzad presencia internacional.
Al final se realizó un conversatorio con Natalia Quezada, quien estuvo acompañada por Carlos Zamora, director artístico del Festival, quien hizo las presentaciones y dijo que este proyecto fue seleccionado este año para participar en la programación de la Red Noroeste de Festivales de Danza
Ella habló sobre este proyecto nacido a partir de la pandemia, cuando el aislamiento y la interrupción de muchas actividades movió a los creadores de danza a enfocarse en las nuevas tecnologías.
En su charla, Natalia comentó el impacto pedagógico de la videodanza, un proyecto que inició en 2020 y para el cual cada año lanzan una convocatoria a nivel internacional en la búsqueda de fortalecer el proceso pedagógico acerca de lo que el cuerpo, la pantalla y la cámara .
El proyecto empezó en la Ciudad de México, pero es itinerante, y sus creadores están abiertos a realizar procesos formativos con escuelas y agrupaciones de danza, y es de largo aliento porque toda esta vinculación con la tecnología, con la posibilidad de observar la danza desde diversos ángulos, llegó para quedarse, es otra forma de bailar, en la que participan el bailarín, el que maneja la cámara, incluso quien hace la edición, pues debe llevar un ritmo, de tal modo que el cuerpo- cámara ya es una técnica nueva a desarrollar, pues la cámara ya no es fija,
Normalmente bailamos con el cuerpo físico, pero además el cuerpo cámara y el cuerpo pantalla, este incluye ritmo, musicalización de la edición, la postproducción, en si , que es otro lenguaje
El menú abrió con la pieza Urbá Terra Bartzelona (de Ana Baer y Heike Salzer, EEUU-Reino Unido, 2023), en la que tres mujeres se sumergen en la atmósfera de la capital catalana; Los (des)afortunados encuentros de Kika y Pedro, (México, 2024), de Germán Águila y Lola Ramírez, una historia de amores y desamores al ritmo del bolero Aquellos Ojos Verdes.
Luego, Otras maneras de decir Te quiero (México, 2023) de Wilber Mendoza, quien aborda la discriminación étnica, enfocada a las culturas zapoteca y mixteca de Oaxaca; Skalae (Alemania, 2022), de Marie Zechiel e I Am Johannes sobre un personaje en su búsqueda de los vínculos más íntimos, que se cuestiona: “¿Qué es real y qué no lo es?”
Una danza para el fin del mundo (Chipre, 2023) de Diamanto Hadjizacharia y y Andreas Nikolaou, explora el significado del fin de todas las cosas y lo que no hemos logrado hacer. Y Source (España, 2020), del coreógrafo Guido Sarli, creada en el inicio de la pandemia, y la cual constituye un viaje interior en busca de la fuente de una identidad.
Y Excavation, de la bailarina Ella Posti, es un dueto con una excavadora, encarnando un inmenso poder con una delicada sensibilidad. Otras videodanzas presentadas fueron 4444 (Polonia), de Katarzyna Zakrzewska; Concrete (Chipre), de Sarah Dameh y Stella Stylinou, y otra de México, Anémonas, de Natalia Quezada.