El excomandante de las Fuerzas Armadas de Perú, José Williams Zapata, fue elegido el lunes (12.09.2022) como nuevo presidente del Congreso en reemplazo de Lady Camones, destituida la semana pasada tras la difusión de unos audios en los que se le escucha presuntamente concertando la aprobación de leyes con el jefe de su partido.
Williams, un legislador del partido conservador Avanza País, quien es general retirado del Ejército y fue jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas entre 2006 y 2007, tuvo el apoyo de las bancadas derechistas y se impuso en un grupo de seis candidatos a la presidencia del Legislativo.
Tras una primera votación en la que Williams recibió 52 votos y Luis Aragón, del partido centrista Acción Popular, lo siguió con 21, ambos debieron acudir a una segunda vuelta, al no haber alcanzado ninguno la mayoría simple que ordena el reglamento del Congreso.
En esa segunda votación, Williams obtuvo 67 votos y Aragón contó con el apoyo de 41 legisladores, mientras que otros 13 anularon sus votos y 3 dejaron su papeleta en blanco.
Williams, de 70 años, juró de inmediato al cargo en una breve ceremonia efectuada en el hemiciclo, tras lo cual aseguró que su compromiso “es con los 130 parlamentarios” y “con todos los peruanos”.
Aseguró que buscará “dirigir el destino del Congreso contribuyendo al bienestar a la población” y que asume el compromiso por el “cuidado de la institucionalidad y la reputación” del Congreso.
En la elección también participaron los candidatos José Elías, de Podemos Perú; Carlos Zeballos, de Integridad y Desarrollo; José Balcázar, de Perú Bicentenario, y el ex primer ministro Guido Bellido, del partido Perú Libre, que llevó a Castillo al poder en julio del año pasado.
La presentación de estas seis candidaturas ratificó el fraccionamiento en el Legislativo peruano, abiertamente enfrentado con el gobierno del izquierdista Pedro Castillo, que asumió en julio de 2021.
Castillo aseguró el domingo que será “el primero” en conversar con el nuevo titular del Congreso y reiteró su llamado a dejar la “confrontación inútil” entre los poderes del Estado.