La ciudad de Volosovo, cerca de San Petersburgo, está dominada por los altavoces.
Como muchas ciudades de Rusia, en Volosovo hay altavoces instalados en los postes altos que bordean las calles principales. Tradicionalmente se utilizan para difundir música durante las fiestas patrias. Ahora, sin embargo, tienen un propósito diferente.
“Se están formando dos batallones de artillería de voluntarios. Invitamos a sumarse a hombres de 18 a 60 años“, gritan los parlantes.
Es un mensaje que se repite a lo largo y ancho de este vasto país. En las redes sociales, la televisión y las vallas publicitarias, se insta a los hombres a firmar contratos a corto plazo con el ejército para luchar en Ucrania.
Detengo a un hombre en la calle en Volosovo y le pregunto si apoya la convocatoria de voluntarios. “¡Sí! Si fuera joven iría, pero estoy demasiado viejo”, asegura apretando los puños. “¡Deberíamos bombardearlos!”.
Sin embargo, la mayoría de la gente parece menos entusiasta. “[La guerra] es demasiado dolorosa para siquiera hablar de ella”, dice una mujer. “Matar a tus hermanos está mal”.
Le pregunto qué diría si uno de sus familiares quisiera unirse. “¿Por qué ir? Solo sus cuerpos serán devueltos”.
Y muchos cuerpos lo son.
Ante las pérdidas significativas de soldados en el conflicto, las autoridades rusas han lanzado una campaña de reclutamiento para el ejército.
Dada la situación, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, firmó este jueves un decreto que permitirá la incorporación al ejército de 137.000 soldados más a partir del 1 de enero de 2023.
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