¿Has sentido en algún momento que no logras concentrarte porque estás pensando demasiadas cosas a la vez, que tu cerebro está tan saturado de información que incluso empiezas a estresarte? Esto es algo que muchos podemos estar experimentando, pues el entorno en el que nos desarrollamos expresa demasiados estímulos que nos llevan a saturarnos.
Los seres humanos tenemos un sistema cognitivo que tiene una capacidad limitada de procesamiento de información, y aunque está diseñado para llevar a cabo esta función, no puede hacerlo con toda, por lo que prioriza qué cosas son importantes y cuáles no, dependiendo de las metas u objetivos que tenemos en cada momento.
Sin embargo, cuando esta capacidad limitada se supera, surge la sobrecarga cognitiva, que se presenta cuando recibimos más información de la que podemos procesar, lo cual puede generar que se vea afectada la capacidad de una persona para resolver problemas, tomar decisiones y controlar sus emociones o su conducta.
“Procesar la información implica percibirla, es decir, que nuestros órganos detecten todo lo que hay en nuestro alrededor, todo lo que oímos, lo que sentimos, lo que vemos, lo que recordamos. Es muchísima información la que procesamos”, explica la doctora Vicenta Reynoso Alcántara, profesora de la Fes Iztacala de la UNAM.
Saturación de información
Esta capacidad limitada de nuestro cerebro para procesar información fue expuesta en la Teoría de la Carga Cognitiva propuesta por el psicólogo educativo australiano John Sweller, la cual destaca que existen dos tipos de cargas, la intrínseca y la extrínseca.
La primera está relacionada con la dificultad del contenido (una información sencilla tiene poca carga y una información compleja tiene una mayor carga) y la segunda, con el contexto de aprendizaje, es decir, con la forma en la que organizamos y presentamos la información, por ejemplo, cómo damos algunas indicaciones, tomar clase en ambientes con mucha estimulación, dar información de más que no está relacionada con lo que estamos hablando.
“Mientras más eficientes seamos para procesar información más recursos vamos a tener para asignar al procesamiento y a esto lo llamamos la carga total, cuando ésta excede los recursos con los que contamos, se ve afectado el proceso de aprendizaje”, explica la doctora Reynoso Alcántara.
Así, cuando estamos en un proceso de aprendizaje, una de las primeras cosas que hacemos es percibir y atender la información del contexto, la procesamos y organizamos, en lo que conocemos como memoria de trabajo, cuya característica es que tiene la capacidad de almacenar información temporalmente. De ahí, es enviada a la memoria de largo plazo, que es donde se guardan todas las unidades de información que luego pueden ser recuperadas.
Si es mucha la información que recibimos y no tenemos buenas capacidades para organizarla, surge la sobrecarga cognitiva, lo cual dificultad que se procese eficazmente la información en la memoria de trabajo y llegue a la memoria a largo plazo de forma errónea.
“El aprendizaje se da justamente cuando podemos mandar esta información, que acabamos de procesar, a nuestra memoria a largo plazo. Es un proceso bastante complejo que implica varios pasos y dentro de estos hay restricciones, o sea, tenemos que trabajar con un sistema que tiene una capacidad limitada”, explica la doctora Reynoso Alcántara quien también es investigadora de la Facultad de Psicología de la Universidad Veracruzana.
Síntomas y recomendaciones
La sobrecarga cognitiva también se ha relacionado en la actualidad con la idea del multitasking, es decir, con realizar múltiples tareas a la vez (oír una canción, mientras escribe un mensaje de texto, al mismo tiempo recuerda que tiene que hacer de comer, va manejando, etcétera).
La doctora Reynoso, quien es experta en psicología cognitiva, destaca que en el multitasking lo que ocurre es que la información que la persona está recibiendo no es procesada al mismo tiempo y en paralelo, sino que está alternando recursos para ir atendiendo una cosa y luego otra. De ahí que el procesamiento de la información no sea eficiente y puede provocar la saturación cognitiva.
Explica que existen modelos para saber cuánta información podemos procesar simultáneamente. En el caso de la memoria de trabajo se sabe que somos capaces de recordar, de una lista de cosas, hasta 7 elementos, aunque podrían ser 2 más o 2 menos.
Sin embargo, existen personas que tienen una capacidad de memoria de trabajo mayor, las cuales han establecido estrategias para organizar la información de ciertas formas, por ejemplo, en lugar de recordar elementos aislados, recuerdan conjuntos, esto les permite procesar y almacenar más información.
Algunos síntomas de la sobrecarga cognitiva es sentirse agobiados, disminuye nuestra eficiencia para procesar información y puede incluso exponer a una persona a riesgos cotidianos, como andar por la calle distraída, olvidar las cosas fácilmente, no poner atención, ver afectado su manejo de emociones y el control de sus estados de ánimo.
Además, se puede generar distrés, es decir, estrés negativo que al acumularse se vuelve patológico e incluso puede afectar la salud no sólo mental sino física de una persona, también aparecen otros síntomas como la fatiga, sentirse poco productivos o motivados, o con poca capacidad para prestar atención.
La doctora destaca algunas recomendaciones importantes para evitar la sobrecarga cognitiva en los estudiantes, por ejemplo, desarrollar estrategias que ayuden a disminuir la carga externa de información, ya que no favorece el aprendizaje, además, promover rutinas visibles de pensamiento que les hagan ser conscientes de cómo procesan la información, es decir, identificar si le costó trabajo aprender un contenido difícil porque estaban en un ambiente ruidoso, no habían comido o dormido bien.
Concluye que para quienes no son estudiantes y se exponen a la sobrecarga cognitiva, la sugerencia es ser conscientes de cómo procesamos información y siempre buscar mejores estrategias para poder utilizar más eficientemente los recursos.
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