El fundador de la milicia Oath Keepers, Stewart Rhodes, muestra el cambio de la extrema derecha estadounidense, que pasó de la oposición al gobierno federal a la defensa feroz y armada de Donald Trump.
Detenido casi un año después del asalto al Capitolio, Rhodes, de 57 años, es juzgado por “sedición” y se expone a una pena de 20 años de cárcel. Esta acusado de impedir “por la fuerza la transferencia pacífica del poder” el 6 de enero de 2021.
Para su esposa, Tasha Adams, que lucha por el divorcio desde 2018, Rhodes “creó una especie de personaje mitológico: se veía a sí mismo como una figura histórica y de alguna manera eso ocurrió” con el asalto a la sede del Congreso en enero de 2021.
Hasta entonces, Rodhes tenía una trayectoria atípica. Se alistó en el Ejército tras acabar la secundaria y volvió rápidamente a la vida civil tras un mal salto en paracaídas. En 1993 tuvo otro accidente: se hirió con un revolver y perdió el ojo izquierdo. Desde entonces luce un parche negro.
Tras volver a estudiar, vivió del sueldo de stripper de su mujer, se licenció en Derecho en la facultad de Yale, pero se instaló en Nevada, lejos de los grandes y lucrativos bufetes de abogados.
Ferozmente crítico del Estado federal, al que considera opresivo, escribe en blogs libertarios y participó en la campaña presidencial de 2008 del líder de ese movimiento, Ron Paul.
Armas
Tras la victoria del demócrata Barack Obama en las presidenciales, Rhodes formó su propio grupo. Su objetivo era reclutar personas con experiencia militar o policial, dispuestas a “cumplir su juramento” de “defender la Constitución contra cualquier enemigo extranjero o nacional”
En aquel entonces buscaba proteger las libertades individuales -como el derecho a portar armas- frente al poder federal. Rhodes insistió en que los Oath Keepers no eran una “milicia” y que la violencia sólo debía utilizarse como último recurso.
Pero poco a poco fue cambiando y creó equipos con formación paramilitar. En 2014 y 2015, esos grupos se desplegaron en el oeste cerca de ganaderos en conflicto con el gobierno.
Desde 2016 hubo un giro. Al igual que otros movimientos radicales, los Oath Keepers se vieron impulsados por la llegada a la Casa Blanca de Donald Trump. Tanto estos grupos como el expresidente comparten su creencia en teorías conspirativas, especialmente sobre la existencia de un “estado profundo” controlado en secreto por las élites.
Con uniformes militares y armas, los integrantes de Oath Keepers salieron a manifestarse en 2020 contra las restricciones impuestas por la pandemia de covid-19. En el verano de ese año emprendieron una movilización para proteger a los comercios de los saqueos, según decían.
“Guerra civil”
Seducido por Trump, Rhodes aparecía en sus mítines electorales y se negó a reconocer la derrota en las elecciones de noviembre de 2020.
“No podemos salir sin una guerra civil”, escribió a sus partidarios en noviembre, antes de comenzar los preparativos para bloquear el traspaso de poder.
Según la acusación, gastó miles de dólares en armas que almacenó cerca de Washington, y organizó el transporte de activistas a la capital donde, el 6 de enero de 2021, los congresistas debían certificar la victoria del demócrata Joe Biden.
Ese día, dio órdenes por medio de mensajes encriptados pero no entró al Capitolio. “Es muy bueno para hacer que los demás asuman todos los riesgos”, comentó su mujer en Los Angeles Times.
Esto no bastó para protegerlo de la justicia. Acusado de “sedición” junto a una docena de otros Oath Keepers, se enfrenta a hasta 20 años de prisión.