La Iglesia Episcopal de San Andrés estaba en caos cuando llegó el abogado Ivan Espinoza-Madrigal.
Voluntarios recolectaban comida, ropa, juguetes y medicamentos, para asistir a un grupo de migrantes que aterrizaron intempestivamente el miércoles 14 de septiembre de 2022 en Martha’s Vineyard, una isla turística de mansiones multimillonarias ubicada al sur del estado de Massachusetts.
Espinoza-Madrigal se trasladó hasta la iglesia desde Boston, donde dirige la organización Abogados por los Derechos Civiles, que brinda asesoría legal a personas de bajos recursos, especialmente migrantes, en Massachusetts.
El primer obstáculo que afrontaba aquel intento de ayuda espontáneo pero desordenado era el idioma. Los voluntarios hablaban inglés. Los migrantes, español. La mayoría había llegado a Estados Unidos escapando de Venezuela, la mayor crisis migratoria del mundo después de Ucrania, con una diáspora de 6,8 millones de personas según Naciones Unidas.
Espinoza-Madrigal tenía la ventaja de ser bilingüe. Junto con otros abogados de su equipo, entrevistó a los migrantes para esclarecer el perfil del grupo: eran 48 personas, pertenecientes a unas diez familias, la más numerosa con nueve miembros. El más joven del grupo tenía apenas dos años.
La mayoría provenía de Caracas y había cruzado recientemente la frontera entre México y Estados Unidos, después de atravesar Centroamérica y la peligrosa selva del Darién. Uno de ellos contó que en su trayecto por México había sido secuestrado y le habían arrancado los dientes con un par de alicates.
“Vinimos a Estados Unidos pensando que era un país de leyes”, dijo uno de los migrantes a Espinoza-Madrigal. “Y se encontraron con el mismo tipo de manipulación política, jugando con la vulnerabilidad de la misma manera que lo habrían experimentado en Venezuela”, afirmó el abogado al recordar sus encuentros con los migrantes
Cuando los abogados preguntaron cómo habían llegado a ese lugar, los migrantes respondieron que fuera del refugio donde se alojaron en la ciudad de San Antonio, en el estado de Texas, les habían ofrecido ayuda para sacar sus papeles, conseguir empleo y casas, e incluso hacer cursos gratis de inglés.