Mazatlán, Sinaloa.- El artista plástico sinaloense Antonio López Sáenz murió la tarde de este martes 16 de agosto, a la de edad de 87 años. Sobre su partida se sabe que ocurrió en la calma de su hogar en Mazatlán, mientras dormía según informó su sobrino con quien vivía en la que fuera la casa familiar de su niñez.
López Sáenz mostró su visión sobre la belleza del Puerto y lo que le rodeaba -algo que le era tan familiar desde su infancia-, con personajes de líneas curvas pero cadenciosas, que aderezó en tonos pastel llenos de luz… dejando así un importante legado para nuestra entidad, quizá el más, que se haya tenido de un artista de la plástica durante el siglo XX y el actual.
Su vida
Antonio López Sáenz nació en 1936 en el puerto de Mazatlán, su infancia transcurrió en la playa en donde jugaba con sus amigos y fue ahí en donde encausó por primera vez su talento: sobre la arena, pues tomó una vara y comenzó a dibujar la silueta de un hombre.
Platicaba que estaba en la primaria cuando se dio cuenta que su destino estaba en la expresión plástica, aunque por situaciones familiares comenzó a trabajar en los muelles cargueros, fue hasta los 17 años cuando viajó a la Ciudad de México para estudiar pintura en la Academia de San Carlos, ahí cursó las carreras de Maestro en Artes Plásticas e Historia del Arte.
A lo largo de las décadas el genio de López Sáenz se fue afianzando y su carrera lo llevó a exponer su obra en Sinaloa, Nuevo León, Distrito Federal, Jalisco y Morelos en el ámbito nacional; mientras que a nivel internacional sus lienzos visitaron Washington, Detroit, Miami, Tampa, San Francisco, San Antonio, Chicago, Madrid, Lisboa, Zurich y París.
Fue miembro del Colegio de Sinaloa, y en su vida, sobre todo, en sus últimos años, recibió muchísimos homenajes, incluido el grado como “Doctor Honoris Causa” de parte de la Universidad Autónoma de Sinaloa.
Algunas de sus obras de la ‘Perla del Pacífico’ fueron imagen de la Serie del Caribe Mazatlán 2005 y del Carnaval de Mazatlán 2005; la escultura “Así nos agarró el milenio”, popularmente conocida como “Monumento a la familia” ya es parte fundamental de la fisonomía del puerto.
Ya fuera en lienzos, barro o bronce, López Sáenz inmortalizó el espíritu de su tierra, fue así Mazatlán su gran fuente de inspiración… por lo que sus pinceladas plasmaron los barcos y el mar, la vida rodeada de música de banda, de béisbol, de carnavales y de más vida… la de sus mujeres, hombres y la niñez en el puerto.
Sus cuadros son postales, de memoria y añoranza; pinturas de los paisajes, o de los estampados de los vestidos de su mamá y de sus tías, quienes se reunían por las tardes a platicar sentadas en las poltronas… sin embargo, sus personajes no tienen rostro, así lo decidió él: dejar en el anonimato a quienes viven dentro de los lienzos, llevándose solo él, en su memoria, los verdaderos semblantes de quienes aparecen en cada una de sus obras y dejándonos así, a la imaginación, solo la posibilidad.
Adiós al gran maestro.
Por Victoria Sánchez | Referencias de culturamazatlán.com