Debido a fenómenos climáticos como El Niño y que la sequía en México, este año se podría alcanzar un nuevo récord de incendios forestales.
El 58 por ciento del país se encuentra en sequía de moderada a excepcional, según datos de la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA). De acuerdo con expertos, debido a este suceso, sumado a fenómenos climáticos como El Niño, este año se alcanzará un nuevo máximo de incendios forestales.
Solo en los primeros cinco meses del año, ha habido cuatro mil 213 incendios forestales registrados, los cuales han afectado más de 301 mil 346 hectáreas, según datos de la Comisión Nacional de Áreas Naturales (CONAP).
La agricultura, fogatas, fumadores, quemas de basura, etcétera, son responsables de al menos dos mil 77 de los incendios registrados hasta el momento. Mientras que mil 184 fueron provocados y solo 20 han sido por causas naturales.
Las áreas afectadas por sequías, vientos y altas temperaturas son propensas a sufrir incendios. La escasez de humedad en el suelo y la vegetación incrementa la inflamabilidad de los bosques y praderas, lo que facilita la rápida expansión de los fuegos.
¿Qué perdemos con estos incendios?
La bióloga Daniela Hernández Martínez, quien realizó una tesis sobre las afectaciones al suelo que generan los incendios forestales, explicó que existen al menos tres tipos de incendios forestales y cada uno genera un nivel de daño diferente.
Horizontales sobre el suelo: impactan sobre todo los arbustos y las hierbas, sus daños suelen ser ligeros.
Copas de los árboles: afectan a las hojas y ramas de los árboles. Suelen ser los más destructivos, ya que consumen gran parte de la vegetación y se extienden rápidamente.
Subterráneo: afecta la composición del suelo y a la fauna edáfica, que abarca lombrices, cochinillas y otros insectos.
Además de las afectaciones a la fauna silvestre, que pierde sus refugios, corredores biológicos y se ve obligada a migrar, el suelo también se ve fuertemente afectado como lo explica Hernández Martínez.
“Impacta porque le quita la capa que lo protegía y pierde sus capacidades.
[…] El suelo es como una esponja que filtra el agua, sabemos que los bosques pueden filtrar muchísima agua, estos es gracias al suelo, pero si le pega un incendio, impacta en sus características, se empieza a secar, pierde la humedad, pierde la estructura de las raíces profundas que se distribuyen como red”.
Asimismo indicó que, debido al crecimiento lento del suelo, que es de 1 cm al año, cuando el fuego arrasa con él se pierde la base para el desarrollo de las zonas boscosas, a pesar del incremento en la materia orgánica.
“La parte biológica del suelo tarda mucho en recuperarse. Se ha visto en muchos estudios que los nutrientes puede que se recuperen más rápido que la biología del suelo.
Por ejemplo, las famosas lombrices de tierra mueren por la exposición a altas temperaturas, un incendio puede alcanzar 450 grados centígrados y obviamente no sobreviven.
La fauna edáfica es la parte más importante, si no hay biología o microbiología, no puede recuperarse el suelo y no pueden recuperarse las plantas”
La especialista también señaló que el cambio en la composición biológica del suelo modifica la vegetación de la zona.
“Un incendio puede impactar meramente en la vegetación, es decir, hay un cambio en la diversidad o en la estructura de la vegetación. A lo mejor ya no vamos a ver estos árboles gigantes, sino puras herbáceas y con el tiempo esperamos se recupere”.
Según la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), aunque en el país los incendios forestales queman en su mayoría pastizales y arbustos, los cuales se recuperan totalmente en pocos días, cuando se pierden zonas arboladas, aproximadamente del 10 al 30 por ciento de la vegetación que se quema puede tardar en recuperarse entre 15 y 50 años.
Aunque es posible restaurar ecosistemas como los bosques tropicales húmedos, toma mucho tiempo en que este logre recuperarse, por lo que se promueve el cambio de uso de suelo. Esto quiere decir que se transforman en zonas de cultivos, pastizales o en mancha urbana.
En el país, la Ley General de Desarrollo Forestal Sustentable establece como delito llevar a cabo cualquier actividad o uso diferente a la restauración o al manejo forestal sustentable en terrenos incendiados durante los 20 años siguientes al incendio.
Incendios forestales, un “bucle de retroalimentación” del calentamiento global
Además de la devastadora pérdida de biodiversidad, los extensos incendios forestales liberan carbono, uno de los gases de efecto invernadero que calienta el planeta.
Los bosques almacenan grandes cantidades de carbono y cuanto más viejos son más almacenan.
Durante los incendios liberan a la atmósfera una cantidad mucho mayor que el carbono captado. Esto crea un “bucle de retroalimentación”, es decir, el cambio climático alimenta los incendios forestales que, a su vez, alimentan el cambio climático.
Más allá de sus impactos inmediatos, también afectan los ciclos biogeoquímicos del carbono, el nitrógeno y otros elementos en los ecosistemas forestales. Estos cambios pueden tener consecuencias a largo plazo en la capacidad del ecosistema para almacenar carbono y en su contribución neta al calentamiento global.