Habló sobre “Los irrefrenables voyeristas, más allá de la pintura”, en un conversatorio en la GAALS.
Culiacán, Sinaloa | “El voyeur, el ver, es el rey de los sentidos, y aplicar un color o tratar de explicar algo en un lienzo puede ser que sea entendido a la primera o puede ni siquiera ser entendido, cuando en realidad el pintor no trató de decir eso, sino otra cosa”, comentó el artista Héctor Monge durante el conversatorio “Los irrefrenables voyeristas, más allá de la pintura”.
La charla se desarrolló en la Galería de Arte Antonio López Sáenz del Instituto Sinaloense de Cultura, convocada por el departamento de Artes Visuales del ISIC dentro de su programa Viernes de conversatorio en la GAALS, y tuvo como marco de referencia la exposición “Retrospectiva y Lillyput”, que tiene montada el pintor, actor y director de teatro en ese espacio, donde permanecerá hasta el próximo 18 de septiembre.
Con la ausencia del pintor José Kan Guerrero, quien por causa de fuerza mayor no pudo estar presente, Héctor Monge López de Nava comentó que en general, “el voyerismo se percibe como observar la intimidad de otro sin ser observado, y en el arte hay mucho de eso; el voyerismo es la observación del otro, pero también hay un voyerismo y un gozo desde observar el cáliz de una flor hasta la esencia misma de un material pictórico y escultórico, como material, no como obra realizada”.
Ejemplificó: “Hay una obra allí a la vuelta, que se llama “Sunami”, que la tenía yo en mi consultorio recién hecha y llega una señora de Los Ángeles y me dice “yo no sé nada de arte moderno pero esa obra me parece un sunami”; entonces bajo la obra, la volteo y le digo “es un sunami”. Y me dice es que “yo no entiendo nada de esa cosa que llaman arte moderno”; “es que no tiene que entender nada, lo tiene que sentir”.
El actor en casi una treintena de montajes bajo la dirección de Óscar Liera agregó “yo no soy intelectual, no aspiro a esas cosas; yo creo que si algún intelecto me gustaría poseer y tener y elongar y mejorar sería la plástica, el teatro y la poesía, porque hay una conexión entre todo eso, y no me pongo mucho a pensar cómo, sino facta non verba: a trabajar, porque hay veces que no puedo, y hay veces que no me alcanza el tiempo, y hay veces que no tengo tiempo, y hay veces que me sobra tiempo y no hay una creatividad porque estás en otra maraña”.
Sin embargo, agregó,“cuando fluye hay una armonía tal que estás en otra dimensión, se puede decir, sin pretender intelectualidades ni nada de eso; simple y sencillamente hay una propuesta que logra su realización o una mano que libremente trabaja porque tiene atrás un bagaje que te va diciendo cómo”.
Continuó: “Yo acabo de ver una exposición aquí, de Alex Mojica, en la que encuentro unas dimensiones increíbles, unas transparencias hermosísimas, y otra de grabados del maestro, acá (Luis Landeros), que me dejan así, como…¡qué maravilla!, algo completamente distinto; y qué increíble que haya esa diversidad de seres y que logren, con una técnica completamente dominada, lo que hacen”.
Y concluyó: “A mí la técnica me gusta mucho, siempre estoy experimentado; es parte del gozo, y yo quiero gozar cuando hago las cosas; tengo 75 años de edad y si en este momento de mi vida no vivo para gozar, pues no me gustaría mucho lo otro, y me gusta mucho ver a gente realizada, que es capaz de crear; creo en esto mucho más allá de una religión, mucho más allá”…